sábado, 26 de enero de 2013

DENNIS BERGKAMP, VICTIMA DE SUS MIEDOS

Publicado en el número 30 de Kaiser Football
El miedo a volar marcará la carrera del gran Dennis Bergkamp
La temporada no ha sido fácil y Dennis lo sabe. Pusieron todo sobre el verde pero finalmente no pudieron dar caza al PSV de Guus Hiddink y tuvieron que conformarse con el subcampeonato, tres puntos por debajo de los de Eindhoven. Sus trece goles han quedado lejos de los diecinueve con los que el brasileño Romario da Souza ha hipnotizado al público holandés para alzarse como máximo goleador. Esta 88-89 es la segunda temporada en la que ha tenido que enfundarse el traje de líder ajacied y en ese papel se encuentra cómodo. Son ya dos años sin Marco Van Basten que marchó a Milán para acabar de construir en San Siro el mito que comenzó sobre el vetusto De Meer, y el primero sin su mentor Johan Cruyff de vuelta ahora como técnico a Barcelona. Dennis Bergkamp tiene la difícil misión de hacerlos olvidar. A golpe de goles intenta erigirse en el faro de un Ajax que quiere arrebatar al PSV el liderazgo perdido en el fútbol tulipán. Tiene 20 años y un carácter introvertido, pero le acompañan un portentoso físico y unas condiciones técnicas innatas. No ha sido un año fácil, no. Pero el 7 de Junio de ese 1989 algo va a hacer que se convierta en una temporada para olvidar. Bergkamp recibe una fatal noticia. El avión que transportaba al equipo del Colourfull-11 integrado por futbolistas profesionales holandeses de origen surinamés, antigua colonia holandesa, se ha estrellado en Paramaribo, capital de Surinam, cuando se disponían a aterrizar para jugar varios partidos amistosos contra equipo locales. 176 muertos, 14 de ellos integrantes del equipo. Y entre los fallecidos su compañero, el portero reserva Lloyd Doesburg, siempre a la sombra de Stanley Menzo. El golpe es tremendo para el fútbol holandés en general y para el joven Bergkamp en particular. Le costará sobreponerse y afectará a su carrera deportiva…

Sus siguientes buenas temporadas harán que lo grandes de Europa se peleen por sus servicios. Y cuando todo parecía estar hecho con el F.C. Barcelona, Bergkamp decide acompañar a su amigo Jonk y firmar en el verano de 1993 con el Inter de Milán. Él mismo reconocerá con el tiempo que fue el gran error de su carrera deportiva. En el Camp Nou le esperaban Johan Cruyff y un equipo que conquistaba España y Europa enamorando con su juego. La difícil competencia en la delantera de un Barça ganador, la posibilidad de ganar más dinero en Italia o simplemente saber que en Milán estaría acompañado de su amigo de la infancia y compañero en el Ajax Wim Jonk, hicieron al rubio holandés decidirse por el equipo italiano. Pero la idiosincrasia del fútbol transalpino con sus férreas e impenetrables defensas fueron un muro difícil de superar para Bergkamp. Eso unido a una pésima relación con la prensa italiana y los técnicos y dirigentes neroazzurros le llevaron a buscar a finales de la 94-95 una salida a aquél infierno milanés que estaba frenando de forma nítida su imparable progresión. Pero antes de relanzar de nuevo su carrera en Inglaterra, un nuevo suceso aéreo ésta vez en primera persona, marcará para siempre su futuro. Y es que con el recuerdo siempre presente de la tragedia del Colourfull-11, el avión que le transportaba durante un vuelo interno por Estados Unidos junto a la Selección Oranje durante el Mundial de 1994 sufrió serios problemas en su aterrizaje. Presa del pánico un periodista holandés que viajaba junto a la expedición alertó sin fundamentos de la existencia de una bomba en el interior de la nave, lo que produjo un mayor nerviosismo entre los viajeros. Para Dennis este suceso activará una profunda aerofobia y a partir de entonces subirse a un avión le resultará un auténtico calvario. Sudores fríos, brazos agarrotados y la tragedia del Colourfull-11 en su cabeza. Será el Arsenal el que lo saque del Inter de Milán y le dé una segunda oportunidad. De la mano de Wegner volverá a sonreir. Goles, títulos y un Arsenal el de "los invencibles" que gobernará el fútbol de las Islas de la mano de los Henry, Pirés y el propio Bergkamp. Pero cuando los Gunners se lanzaban a la conquista de Europa tendrán que prescindir del holandés en multitud de ocasiones. La situación geográfica de las Islas Británicas pondrá de manifiesto más veces de lo normal su fobia a volar. Y si en ocasiones la solución consistía en partir dos ó tres días antes en coche hacía el destino europeo de turno para reunirse allí con sus compañeros, destinos como Madrid ó Moscú convertían en imposible el viaje por carretera. De esta forma Bergkamp incluyó una clausula en su contrato que le eximía de este tipo de partidos. Así privó a numerosas noches europeas de fantásticos goles y una inmensa calidad. La misma con la que inundaba los estadios ingleses. Su maestro Van Basten salió de la Eredivise para triunfar en un gran campeonato y conquistar Europa. Bergkamp le imitó en lo primero pero su miedo a volar cercenó las alas de su triunfo europeo.

Cuando Bergkamp repase su carrera tendrá motivos para sonreir. Las casualidades de la vida quisieron que su padre eligiera su nombre por el fantástico delantero del United de los 60 Denis Law, el escocés volador. Que su antecesor en la delantera del Ajax, se levantara y volara para fabricar remates imposibles. Que Cruyff, su padrino en los banquillos fuera conocido como el holandés volador. Y que él padeciera una insoportable fobia a volar. Sabe que ha sido víctima de sus miedos pero también que con los pies en la tierra, dibujando controles imposibles y liderando con sus goles hizo volar a la afición gunner para convertir a su equipo en una de las mejores escuadras de todos los tiempos.

viernes, 18 de enero de 2013

A UN INGENIOSO HIDALGO DEL BALON



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Un día me sentí Sancho Panza. Y no porque bajo aquella camiseta arlequinada se escondiera una prominente barriga. Mis 16 años no invitaban a ello. Sino porque a mi lado, sobre el punto de cal que delimitaba ambos terrenos y con sus tacos pisando el balón se encontraba aquél singular Don Quijote que me acompañaba en la delantera de aquél equipo de barrio. Como armadura un catálogo de huesos desordenados y por corcel un inagotable talento de futbolista de calle hacian de aquél chaval un tipo diferente. El atrevido oponente acababa de darnos un revolcón y antes de reanudar la batalla, allí sobre el punto central, giró desafiante su mirada sobre el rival ya formado, la volvió hacia mí y con aquellos ojillos inquietos me miró para hacer volar su imaginación junto a la mía:
-"Vámonos tú y yo con la pelota hasta la portería contraria."- me dijo.
Donde yo veía un infranqueable ejército de camisetas contrarias, aquél Ingenioso Hidalgo sólo veía gigantes que derrotar a golpe de engaño y regate. Él sabía que lo podía hacer. Era su manera de entender este deporte. Desafíos constantes desde la fragilidad de su famélica constitución. Retos a lo imposible desde la locura de su imaginación. Y detrás del balón y bajo ese pelo alborotado una persona humilde y entrañable con la que me entendía a las mil maravillas. Tocó el balón y yo lo retrasé hacia un compañero para sacar de un plumazo a mi Quijote de su delirio…

Casi 20 años después en mi equipo de amigos de siempre las barrigas dibujan más de un Sancho Panza y las armaduras chirrían oxidadas víctimas del paso del tiempo. La casualidad ha hecho que vuelva a compartir vestuario con aquél Quijote que conocí de chaval en un equipo de barrio. Aquella frágil figura deja paso a formas ahora redondeadas y sus cabalgadas terminan con un hilo de voz en busca de la anhelada sustitución. De vez en cuando coincidimos en el punto central tras un gol en contra y parece que no haya pasado el tiempo. Yo sigo viendo rivales donde él ve gigantes. Su mirada transmite sensaciones de antaño y aunque no me lo diga yo sé que en su imaginación está librando batallas imposibles para superar ese gol en contra. Arranca, se frena, la enseña, la esconde y la entrega a la red para volver a igualar el marcador. Pura magia. La vida le sonríe y eso es lo que más disfruto. Cuando acaba la batalla, cierra su libro de aventuras, y entre cigarrillo y cerveza se vuelve a convertir en la maravillosa persona que un día conocí. Aquél caballero de la triste figura que un día me hizo sentir su fiel escudero.