miércoles, 15 de agosto de 2012

EL SUEÑO DEL WEMBLEY FC

Le Saux, Seaman, Venables, Parlour y Canigghia. El Wembley F.C. el último reto de sus carreras.
Como Broadway o La Scala de Milán, Wembley es el icono de la interpretación, en este caso futbolística y el estadio donde todo jugador desea actuar. René Higuita sabía que elegía el mejor marco cuando decidió regalarnos un escorpión en su despeje y Geoff Hurst golpeó tres veces las redes alemanas para llevar la gloria mundial a la Inglaterra del 66. Sus muros disfrutaran en silencio de la portentosa actuación de la Hungria de los magiares mágicos del 53 y su victoria ante los ingleses por 3 a 6. Pero cuando el rodar del balón mutaba en guitarra eléctrica los muros de la Catedral del fútbol también se abrazaban a la mágica acústica que de allí salía. El "Live at Wembley 86" de Queen es uno de los momentos que con más cariño guarda en sus entrañas el estadio londinense. La exhibición de los rockeros de Freddy Mercury en aquél concierto y la emocionante comunión con los que allí estuvieron hablan a las claras del misticismo que encierra el estadio de Wembley. Un concierto que quedará para la historia. Por todo eso no podía existir mejor escenario para coronar al campeón olímpico del deporte rey en los JJ.OO de Londres 2012. El sábado 11 de Agosto un buen puñado de jóvenes futbolistas buscaron la soñada gloria olímpica. Los aztecas querían el primer oro para su país y presentarse al mundo para garantizarse un buen contrato en Europa. Los cariocas confirmar su favoritismo en el torneo y muchos de ellos estampar con una ansiada firma los pronósticos que ya les visten desde hace algún tiempo con los colores de algún grande europeo. México y Brasil jugaron la final.

 
Ese mismo día y unas horas antes, en el barrio de Brent al noroeste de Londres, a unos 2 kilómetros del estadio de Wembley, el equipo local salía satisfecho de los vestuarios del Vale Farm, hogar del modesto Wembley FC de la novena división inglesa. Acababan de derrotar por 3-2 al Langford FC en la Ronda Preliminar Extra de la prestigiosa FA Cup y continuaban así su camino en la competición de la mano de cientos de equipos amateurs británicos. El reto de todos ellos, alcanzar el sueño de enfrentarse a algún club profesional en alguna ronda posterior. Hasta allí nada nuevo que no lleve sucediendo durante los últimos 140 años de torneo. Pero cuando la portería del equipo vencedor la defiende David Seaman y la estrella del partido con un gol y dos asistencias atiende al nombre de Claudio Canigghia, la cosa cambia. La cervecera Budweiser ha patrocinado su fichaje por los leones del Wembley FC junto con los de los ex-internacionales ingleses Graeme Le Saux, Ray Parlour, y Martin Keown, el del americano Brian McBride y Terry Venables como asesor técnico. Como objetivo, reforzar al joven equipo del Wembley FC para llevarlo lo más lejos posible dentro de la FA Cup y porqué no alcanzar la final en el mítico Wembley. Un bonito desafío para quienes vivieron tardes de gloria sobre el césped de los mejores estadios ingleses y mundiales. Un ejemplo de superación de 5 cuarentones que han decidido atarse de nuevo las botas y con la ilusión del que comienza en esto, desafiar a un físico que ya había empezado a dar por perdida la batalla contra el paso del tiempo.

 
Desde el pequeño campo de Vale Farm se divisa majestuoso el Estadio de Wembley. El mismo día que los jóvenes mexicanos salían de él con el oro al cuello, el modesto club de la novena inglesa daba un paso más para llegar hasta allí a lomos de la FA Cup comandado por los cinco valientes veteranos. Curtidos en mil batallas, la velocidad mental ha sustituido a la física pero el hecho de poder llegar hasta Wembley supone un aliciente más en unas carreras que ya transitaban entre libros, trofeos y cintas de video. Significa la posibilidad de poder demostrar al mundo que los viejos rockeros nunca mueren. Quieren abrazarse al estadio y como Fredy Mercury en aquella mítica tarde del 86 gritar a los cuatro vientos que "The show must go on"...

viernes, 3 de agosto de 2012

JORGE, RYAN GIGGS Y LA CAMISETA DE UN MITO

Ryan Giggs, un jugador de leyenda
Desde que aquél aparato había entrado en nuestras casas, Benny Hill había pasado al segundo lugar en el escalafón de nuestros productos británicos televisivos favoritos. Lejanos quedaban aquellos tiempos en los que intentar ver un partido de fútbol inglés se convertía poco menos que en un acto clandestino. Asi que desde aquél Canal+ de mitad de los 90, Jorge y yo descubrimos un fútbol que nos cautivó. El del passing game del Liverpool de Fowler y Mcmanaman y los goles del correoso Wimbledon empujando al rival en su área chica hasta hacerle claudicar. El del modesto Blackburn campeón de Hendry, Sherwood y Ripley y el imperial United del genial Cantoná. Descubrimos a Vinnie Jones, Dwight Yorke, Stan Collymore, al Ipswich Town y al Crystal Palace. Fútbol en estado puro. Y al caer esos sábados, cuando nos juntábamos para hacer aquellas cosas de los jóvenes de entonces, comentábamos el partido de esa tarde. Que si vaya manera de golear de Shearer o qué maravilla ver jugar al gran LeTissier en aquél vulgar Southhampton. Y entre todos aquellos personajes que íbamos descubriendo, uno destacaba de entre los demás. El galés del United Ryan Giggs. Regate prodigioso, velocidad endiablada y una calidad extraodinaria hacían de este veinteañero el jugador predilecto de mi amigo Jorge. Tanto es así que un día de verano del 95 decidí comprarle una camiseta del Manchester United. Sí, no era la oficial pero en la espalda llevaba su número y su nombre. El 11 de Giggs.

17 años y 34 títulos después, el de Cardiff agota sus últimos minutos de fútbol en su Manchester de siempre. Desde las entrañas de Old Trafford ha visto desfilar grandes estrellas, canteranos como él o fichados a golpe de talonario y va a presenciar de principio a fin la carrera futbolística de algún compañero mientras el ha permanecido allí, tirando rivales con la misma facilidad con la que levantaba títulos y más títulos. Y aunque sus veloces slaloms ya no desafían al defensa más preparado, su sola presencia infunde el respeto y la admiración conquistadas durante dos décadas de absoluta dedicación a su club. Cuando todo acabe dejará para la historia el aroma de un jugador irrepetible y unirá su legado al de Charlton y Best para dibujar los trazos de los últimos 50 años vestidos de diablos rojos. Pero seguramente su nombre nunca lo encontraremos entre los de los considerados más grandes de todos los tiempos. Dicen que los mejores jugadores necesitan de un Campeonato del Mundo para ingresar en el selecto grupo de los Dioses del fútbol. Giggs nunca ha pisado un Mundial y ni tan siquiera una Eurocopa ha podido disfrutar de su genialidad. Jurará fidelidad al dragón rojo galés para no lucir jamás los 3 leones del escudo inglés rechazando el ofrecimiento de la Federación Inglesa para jugar con ellos y privándose de disfrutar de los mejores torneos de selecciones. Sólo la idiosincrasia olímpica británica y la unión de los 4 territorios bajo la bandera de la Jack Union, permitirá a un Giggs casi cuarentón presentarse a lo grande en una gran competición internacional. Y no será en un torneo cualquiera. Como los atletas en la antigua Grecia, buscará su condición de mito capitaneando a un grupo de imberbes proyectos de futbolistas. Como en los antiguos Juegos lo hará delante de su gente, en los Juegos Olímpicos de Londres 2012.

17 años después, con algún kilo de más y algún pelo de menos, Jorge y yo compartimos de vez en cuando alguna tertulia futbolera al amparo de las nuevas tecnologías. Con España fuera de combate en Londres, y a pesar de mis pocas simpatías hacia lo inglés en general, solo me queda que Giggs aproveche su única oportunidad en un torneo que es una ventana al mundo para colgarse el oro al cuello y mirar cara a cara a los considerados los más grandes. Desconozco si Jorge piensa lo mismo e incluso si todavía guarda aquella camiseta con el mismo cariño con que yo se la regalé. Si lo hace, siempre podrá decir que aquella antigua camiseta que descubrió viendo fútbol en Canal+ hoy pertenece a uno de los más grandes de siempre. Al 11 del United Ryan Giggs. La camiseta de un mito.