martes, 1 de abril de 2014

ROMAN SHIROKOV, REBELDE SIN CAUSA

Publicado en el número 46 de Káiser Football
Roman Shirokov, talento a raudales bajo un carácter indomable
A lo largo de su historia el fútbol nos ha regalado a unos cuantos hombres cuya historia de amor a un balón comparte secretos de alcoba con mujeres, alcohol y juego. Garrincha en los 60, Best en los 70, Gascoigne en los 90…Sus actos, manifestaciones y conductas daban para compartir portada con el affaire de la tonadillera y el torero del momento o para abrir la página de sucesos de alguna publicación de la época antes que para plasmarse en negro sobre blanco sobre algún exitoso diario deportivo nacional. Futbolistas con mayúsculas que guardaban con celo en el mejor de los frascos el elixir de su calidad para confundirlo en una estantería repleta de trofeos y botellas de wishky añejo a medio terminar. Bastaban dos gotas de aquella mágica fragancia para que el domingo, en horario taurino, todo un estadio se tiñera de pañuelos y ovación. Escondidos tras su aroma, los excesos de una noche loca. El control imposible de un balón llovido, con las botas hechas manos. Un pase entre líneas mirando al tendido para tirar de un golpe aquella muralla numantina. Un tacón para la galería. Donde al común de los mortales apenas les alcanzaba con el duro trabajo diario para arrebatar siquiera un tímido aplauso del respetable, el gesto inmortalizado del genio con resaca se preparaba para ser portada al día siguiente. Con los tres puntos y aquella falta a la escuadra poco importaba aquella vida desordenada muchas veces conocida por aquellas palmas generosas. Pero en ocasiones el botín no se traducía en 3 puntos, la barrera se interponía entre el golpeo y la red o el milimétrico pase moría presa de un bosque de piernas rivales. Entonces los pañuelos descansaban en los bolsillos y las plumas más voraces se encargaban de recordar al exigente público que en la estantería de una vida loca, junto a botellas de licor a medio terminar, descansaba arrinconado y polvoriento la calidad de un perfume barato. Hipocresía de nuestro fútbol…

Roman Shirokov es uno de esos casos en Rusia de esa fatídica mezcla. Calidad a raudales. Alcohol y desenfreno en su juventud. Incontinencia verbal y una inusitada facilidad para meterse en líos en la actualidad. Nacido el 6 de julio de 1981 en Dedovsk al oeste de Moscú, es fruto de la prolífica cantera del CSKA de Moscú. Con 20 años es cedido al Torpedo ZIL para ganar experiencia y poder volver al CSKA como jugador del primer equipo. Roman sólo disputara un partido. La visita de un amigo convertirá esa oportunidad en casi dos meses en paradero desconocido. Las botellas de vodka, las apuestas y el desenfreno sustituirán durante casi 60 días a las botas de fútbol, el trabajo y la posibilidad de pulir con minutos una de las joyas de la corona del CSKA. Como castigo fue enviado al ejército, a la base de Vatutinki. Allí no le esperaba ningún equipo. Ni la posibilidad de poder demostrar su clase. Allí le aguardaban 2 botes de pintura roja y blanca con la que pintar vallas, una pala para cavar trincheras y una escalera para instalar cables de alta tensión. Los fríos barracones de la base lo verán levantarse a las 6 todas las mañanas. Ni rastro del fútbol de un cierto nivel. Era final de 2002, terminaba su castigo pero el CSKA Moscú no quiso saber nada más de él. Roman Shirokov empezó a tomar conciencia de que el alcohol empezaba a ser más que un problema. El modesto Istra le dio una oportunidad, pero el vodka, fatídico compañero de viaje de mucha de la juventud rusa volvió a acompañarle en aquella aventura. A los 21 años lo dio todo por perdido. Sólo la aparición en 2004 de Katya y Vyacheslav Komarov relanzarán su carrera. La primera, su futura esposa. El segundo el que fuera su primer entrenador y que en el Vydnoe de Tercera División le dio una última oportunidad.

A partir de allí todo irá a mejor. Fue perdiendo su adicción y Saturn, Rubin Kazan y Khimki verán la recuperación de Shirokov que lo llevará en 2008 al Zenit y a la selección rusa. Siempre actuando de volante defensivo serán los holandeses Dick Advocaat en el Zenit y Guus Hiddink en la selección rusa respectivamente los que retrasen su posición hasta el centro de la defensa. Una mala actuación en el primer encuentro de la Euro´08 en el que Rusia cae derrotada  4-1 frente a España le hacen perder su sitio tanto en el Zenit como en el combinado ruso. Esta serie de cambios y su difícil relación con sus entrenadores en estos años (Advocaat, Spalletti y Hiddink) hacen bajar el rendimiento de Shirokov. Será ya en 2010 con una posición más cercana al área cuando explote en club y selección como excelente llegador y sea elegido durante dos años Mejor Jugador de la Liga Rusa. Pero si su calidad fue puesta en peligro por el alcohol al comienzo de su carrera, su gusto por las redes sociales y por no morderse la lengua ante lo que no está de acuerdo o no considera justo ha marcado su actualidad. Los últimos capítulos, una expulsión en Mayo de 2013 por hacer un corte de mangas a su propia afición tras un gol suyo o la sanción por 6 meses en Noviembre del mismo año  por llamar payaso al árbitro Sergei Karasyov tras el encuentro entre el Zenit y el Amka y el postrero empate a uno de estos últimos. Esto, unido a su mala relación con Spalletti han provocado su cesión al FC Krasnodar equipo ruso de mitad de tabla de la Premier Rusa. A sus 32 años, Shirokov encara la última etapa de una peculiar carrera en la que durante dos meses nadie supo de él, que le llevó a debutar en Primera a los 26 y en la que su entonces novia y un antiguo entrenador rescataron de las garras del alcohol cuando todo parecía perdido. A miles de kilómetros de la extensa Rusia, aunque sea desde el modesto Krasnodar, a los amantes de su fútbol no nos importa ver sus controvertidas opiniones por Tweeter. Sólo deseamos que cada cierto tiempo se aplique 2 gotas de esa fragancia que sólo gastan los genios y que ahora duerme sola en su estantería junto a la foto de su mujer y sus dos hijos. Las botellas de vodka a medio terminar las acabó tirando Katya...