lunes, 17 de diciembre de 2012

UNA CARTA PARA SIR BOBBY ROBSON

Publicado en el número 29 de Kaiser Football
Sir Bobby Robson, un caballero del fútbol 
Desde allá arriba Sir Bobby Robson habla con las estrellas. Lo hace con esa inseparable sonrisa con la que vivió enganchado toda su vida. Les susurra por si alguna duerme, no quiere molestar. Les cuenta que allí abajo hay un deporte maravilloso llamado fútbol. Y que fue toda su vida. Les habla de su Ipswich Town, del Fulham, del Newcastle, de la pasión de sus gentes y de su aventura portuguesa. De un marciano llamado Ronaldo que un día se hizo Dios en tierra de santos para llevarle las manos a la cabeza. Y de otro al que llamaban el Pelusa que cogió prestada la del Creador para echarle de un Mundial. Les narra cientos de partidos, la FA Cup, goles en estrategia, el 4-4-2, juego por los extremos y de cómo aquél cerebro enfermo reducía el partido de su vida a un cruel uno contra uno. La vida o la muerte.

-El resultado ya lo sabeis, si no no estaría aquí hablando con vosotras- sentenció con esa flema inglesa que siempre caracterizó a este genuino gentleman del fútbol británico. Y cuando alguna ya se le apaga les habla de aquella carta. Ese papel que una mañana de 1994 en Oporto llegó a sus manos. Un educado y escueto escrito de un seguidor de los Dragoes que le animaba a buscar un hueco en el once a uno de sus delanteros, el portugués Domingos Paciencia. Los goles del ruso Sergei Yuran y del búlgaro Emil Kostadinov estaban cerrando el paso al punta luso y aquél aficionado estaba convencido de que su rendimiento mejoraría el del equipo. El Oporto ganará dos ligas consecutivas y en la segunda de ellas Domingos se proclamará máximo goleador y mejor jugador del campeonato. La dirección del remitente era la de su mismo bloque de pisos, un vecino suyo. El nombre Luis André, el apellido Villas-Boas. Su edad 16 años.
Ese insultante desparpajo sedujo a Robson que contactó con el chaval y le retó a que realizara un exhaustivo informe que le pudiera convencer de aquella sugerencia que tan valientemente le había lanzado. Y André así lo hizo. Tan sorprendido del resultado quedó Robson que le ofreció un puesto de ayudante en prácticas en el club del norte de Portugal. Miró, calló y se empapó de cuanto le rodeaba. Bajo la supervisión y el consejo de Sir Bobby Robson viajó hasta la
Lilleshall National Sports and Conferencing Centre en Escocia cuando todavía contaba con 17 años para continuar su formación e hizo de Portman Road su casa durante dos semanas para hacer del Ipswich Town de George Burley su particular ejercicio de prácticas. Creó del informe del adversario una auténtica obra de ingeniería que aprovechará José Mourinho para hacer de su Oporto y de su Chelsea unas máquinas casi perfectas. Y cuando se sintió preparado voló en solitario para aplicar todos esos conocimientos y convertirse en uno de los entrenadores con mejor futuro del fútbol mundial.

El fútbol es caprichoso y va a querer que los caminos de Villas-Boas y Domingos se junten en Mayo de 2011 con la Europa League mirándoles fijamente y buscando sitio en sus vitrinas. Oporto y Sporting de Braga luchan en Dublín por el trofeo soñado. Villas-Boas por buscar su cuarta captura de la temporada. Domingos por estrenar su palmarés. La testa de Falcao dará la gloria a los Dragoes. Y el fútbol, ese espectáculo lleno de mágicas coincidencias va a querer que el chaval que un día quiso relanzar la carrera de aquél delantero carne de banquillo hoy ponga freno a la del Domingos entrenador.
Allá arriba Robson le sonríe a aquél capricho de la vida y considera esa carta y a su remitente uno de los mejores legados que deja allí abajo. Mira a las estrellas, hace una pausa y las deja descansar. Va a seguir contando historias de un deporte maravilloso llamado fútbol. Y de un señor al que llaman The Special One. Les alerta para que estén atentas. Que no se duerman que con este tipo van a alucinar…

JEAN MARC BOSMAN, DEL CÉSPED A LOS JUZGADOS

Publicado en el número 28 de Kaiser Football
Jean Marc Bosman revolucionó el mundo del fútbol abriendo sus fronteras
Maradona se fue de Inglaterra entera para hacerse el rey del Mundo en un Estadio Azteca. Garrincha hizo del gambeteo un arte con sus desiguales piernas. Best se bebió la vida a regates. Superga hizo inmortal la historia de aquél Gran Torino. Sacchi y Guardiola tiraron de pizarra cuando todo parecía inventado. Messi no se cansa. Y luego está Bosman,centrocampista belga, mediocre sobre el verde hábil en los despachos. Los primeros hicieron bello el concepto de este deporte. El último simplemente lo cambió. Desde aquél día de 1990 en el que decidió no aceptar la oferta de renovación a la baja del RFC Lieja comenzó a buscar su particular hueco entre los que marcaron la gloria de este deporte y a marcar los renglones con los que se escribirá la historia reciente del balompié mundial.

El contrato de Bosman con el RFC Lieja había finalizado y cuando el Dunkerke de la segunda francesa y el jugador belga ya estaban estrechando sus manos para la incorporación del jugador, el RFC Lieja de acuerdo con la ley belga y la UEFA pide al club francés casi 12 millones de francos belgas en concepto de traspaso. Los franceses se niegan a pagarlo y Bosman ve frustrado su pase al fútbol galo siendo apartado del equipo por parte del club de Lieja. Es entonces cuando decide enfundarse el traje y la corbata y jugar el partido de su vida ante leyes, jueces y federaciones. De la mano de su excompañero Jean Louis Dupont deciden llevar a la Federación Belga y a la UEFA ante la justicia. Desean impedir que las reglas sobre transferencias y los cupos de jugadores nacionales impuestos por la federación supongan una limitación excesiva a la libre circulación de trabajadores entre los Estados miembros de las Comunidad Europea. Quieren que los futbolistas sean dueños de sus destinos una vez expiren sus contratos y que desaparezca la limitación en el número de jugadores comunitarios que pueden jugar en un mismo equipo. Exigen disponer de los mismo derechos que cualquier otro trabajador comunitario. En su defensa los clubs y la UEFA alegarán no ser empresas como tales, y que el deporte no puede estar sometido a las normas de otras actividades económicas. La guerra está servida y mientras Dupont va acercando el caso hasta el último escalón, el Tribunal Europeo de Justicia, Bosman va consumiendo su carrera en diversos clubs de segunda fila como el San Quintín de la 2ª División francesa, el Saint Denis de la Isla de Reunión y finalmente el Charleroi de la 3ª División belga. Ningún equipo de cierto nivel se atreve a firmar al jugador belga al que consideran más un problema que una solución a sus necesidades dada su situación en ese momento.

Será en 1995 cuando el Tribunal Supremo falle a favor de Bosman y el fútbol cambie para siempre. Los jugadores se harán con las riendas de su futuro y los nuevos magnates y grandes empresarios coleccionarán futbolistas como si de cromos se tratara. Conoceremos al Madrid de los Galácticos, al Spanish Liverpool, al Barcelona de los holandeses y al Chelsea de Abramovich. Haremos esfuerzos para dar con un italiano en el Inter y veremos como las diferencias entre los modestos y los más poderosos se agigantarán apoyados en abusivos contratos televisivos. Equipos como el Aberdeen, Malmoe o Malinas desempolvarán sus recuerdos para verse disputando finales europeas a los grandes del continente. En nuestro país, por la puerta abierta por Bosman se colarán Ciric, Ognjenovic y Renaldo, ejemplo de mediocres jugadores contratados a precios de estrella que ofrecerán escaso rendimiento a sus equipos.
 
A las afueras de Lieja una pequeña casa sirve de cobijo al actual Bosman. De entre las cajas de antidepresivos y varias botellas de alcohol medio vacías no quedan ni rastro del casi millón de euros que recibió en concepto de daños y perjuicios. Del físico de aquél futbolista de medio campo tampoco. Deambula triste por la ciudad belga, muy desmejorado y sumido en una profunda crisis, solo aliviada por la presencia de sus dos hijos. Malvive con las prestaciones que recibe a la espera de algún proyecto que reorganice ese caos en el que anda sumido. Antes de todo aquello no tenía mucho. Después de todo esto todavía tiene menos. Por eso no añora los sueldos millonarios que se mueven en la actualidad. De quienes los perciben solo espera un gesto solidario, un reconocimiento para quien un día saco del armario el traje y la corbata y puso patas arriba el orden establecido en el fútbol mundial para que ahora otros no menos mediocres que él dispongan de todos los medios posibles para encontrar su hueco entre Best, Garrincha y Messi. Jean Marc a su manera ya lo encontró.

lunes, 19 de noviembre de 2012

BUBAMARA, FUTBOL A ESPALDAS DE UNA GUERRA

Publicado en el número 27 de Kaiser Football
Pedrag Pasic, impulsor de la paz a través del fútbol
En Sarajevo se respira paz. Una palabra que no hace tanto esquivaba las balas del horror y yacía sepultada bajo los escombros de un genocidio sinsentido. La ciudad va ganando parte de la autoestima perdida y se va reconociendo frente a un espejo en el que todavía se refleja la silueta recortada de edificios mutilados y carreteras destrozadas. Ha sido duro, sí. Muchos, los que escaparon al horror de una muerte segura, se marcharon de Bosnia para siempre, en un éxodo tan obligatorio como vergonzoso. Otros se quedaron fusil en mano y algunos pocos para ayudar con las únicas armas de su voluntad y el cariño a una tierra. Entre estos últimos encontramos a Predrag Pasic, ex jugador bosnio de la década de los 80, natural de Sarajevo e internacional mundialista en España´82 con Yugoslavia. Elegante centrocampista, jugó durante una década en el FK Sarajevo, para más tarde probar suerte en la Bundesliga, primero en el VfB Stuttgart y más tarde en el Munich 1860, donde dio por concluida su carrera. Corría 1988, y Predrag decidía que era hora de colgar las botas y regresar a su país. Tiempo libre, balón aparcado y una vieja aspiración le llevan a abrir una galería de arte, su gran pasión. Pero en 1992 estalla la guerra de Bosnia y la violencia, el horror y la locura de aquél conflicto sacuden su conciencia. Son momentos difíciles que le invitan a tomar el camino más fácil, abandonar Sarajevo. Pero Predrag decide quedarse. El ha crecido allí. Sobre el césped del Estadio Kosevo y pateando un balón se hizo futbolista y persona. Por eso piensa en los niños de su ciudad y en la pelota como medio para superar aquél dolor y falta de alegría que la guerra ha traído a los más pequeños. Quiere también para ellos la oportunidad de una infancia al margen del odio y la intolerancia y para eso funda en 1993 la Escuela de Fútbol Bubamara. Un centro deportivo que a través del fútbol protega la inocencia de unos niños cuyos ojos no están preparados para el salvajismo de un conflicto cruel. Sea cual sea su lugar de procedencia o ideología, Pasic quiere reunir allí el mayor número posible. Radio Sarajevo lo anuncia a toda la ciudad y en poco 200 niños ya están apuntados. Llegan de todas partes de Sarajevo. Burlan puentes vigilados por francotiradores. Abandonan los sótanos familiares convertidos en improvisadas trincheras. Y allí en Bubamara les esperan Pasic y cientos de niños como ellos. En nada llegan a 300. Durante el tiempo que pasan allí juntos disfrutan del fútbol y los únicos disparos que oyen son sus tiros a puerta. En esas horas, sus miradas al cielo buscan cabecear los certeros centros de un compañero y no el amenazante ruido del motor de un bombardero serbio. Tras las redes de aquellas porterías de Bubamara se encuentra la cruda realidad de una guerra que ellos ignoran felices entre goles y libres directos. Es el objetivo y la apuesta personal del valiente Pasic. Que a través del fútbol aquellos niños encuentren en Bubamara el espacio de convivencia y respeto que fuera de allí los tanques y las ametralladoras les habían arrebatado.

En 1995 la guerra terminó. En la Bosnia actual, los niños de las escuelas de Pasic golpean con brío sus balones. Son ya más de 5000 repartidos hasta en 5 centros diferentes por todo el país. El fútbol bosnio va asomando su cabeza entre la élite del balompié europeo y sus estrellas buscan acomodo entre las mejores ligas del continente. Entre ellas la del delantero Edin Dzeko es la que más brilla. Formado en las filas del Zeljeznicar Sarajevo, rival antagónico del FK Sarajevo de Pasic, el destino le llevó a probar suerte en el FK Teplice checo que en su primer año allí cede a un todavía inexperto Dzeko al FK Usti nad Labem de la segunda checa. De vuelta al FK Teplice una espectacular temporada llama la atención del Wolfsburgo alemán que lo incorpora a sus filas. Tres grandes campañas con título de la Bundesliga incluido avalan su fichaje durante el verano de 2011 por el nuevo rico de las Islas Británicas: el Manchester City. En el vestuario citizen comparte éxitos con compañeros de varias nacionalidades. Franceses, belgas, argentinos, cameruneses, rumanos, españoles…y un serbio, Aleksandar Kolarov con quien Dzeko comparte algo más que una amistad. Dos niños de la guerra a los que el fútbol ha unido en Inglaterra. Dos hombres que han aprendido a valorar a las personas por encima de sus ideas y han forjado una relación más allá del City of Manchester. A menudo Dzeko se deja caer por su Sarajevo natal. Allí ha construido una espectacular casa y es el orgullo de todo un pueblo. El diamante, como lo conocen sus más allegados, disfruta de su gente y pelea en el Estadio Kosevo por poder llegar a defender a su país en un Mundial. A la salida de alguno de esos encuentros desea poder saludar a Predrag Pasic. Y allí, con el eco de la hinchada bosnia todavía resonando en sus oídos y el cuerpo dolorido por el esfuerzo realizado poder explicarle su vida en Inglaterra, la pasión de sus aficionados, el título de la Premier conquistado, la Torre de Babel de su vestuario…y el orgullo de su amistad con un serbio. Allí, junto al monumento a los hinchas del FK Sarajevo caídos en la guerra, poder volver a darle las gracias por aquellos años en Bubamara. Cuando el pequeño Dzeko cogía su balón, abandonaba su trinchera familiar, se unía a otros 300 como él y entre goles y libres directos aprendía los valores de la convivencia y el respeto al prójimo mientras fuera de allí el fuego cruzado de la intolerancia y el horror mutilaba y destrozaba una ciudad que hoy respira en paz.
 
 

miércoles, 7 de noviembre de 2012

ROBERTO MARTÍNEZ, ABRIENDO PUERTAS

Publicado en el número 26 de Kaiser Football
Robero Martínez triunfa como técnico en Inglaterra
Swansea. 3 de Mayo de 2003. Última jornada de la Football League Division 3. El tercer y agónico último silbato del señor Mathieson deja para siempre, inamovible, aquél 4-2 que brilla en lo alto del marcador y que torna en alivio el gesto angustioso de una afición que se precipitaba sin remisión hacia un descenso casi anunciado. La alegría se desborda en el vetusto Vetch Field de Swansea. En el verde el capitán Roberto Martínez se abraza a James Thomas. Sabe que el hattrick del punta ha sido vital para levantar aquél inquietante 1-2 favorable al Hull y que al filo del descanso apartaba a los galeses del fútbol profesional británico. Desde el banquillo, la mirada de Brian Flynn lanza un gesto cómplice al mediapunta español. Guiño y puño en alto, gesto inequívoco de victoria. Objetivo conseguido. Manager y jugador saben que su apuesta en Enero de aquél año ha resultado ganadora. El primero porque dotaba a su equipo en apuros de un jugador con la experiencia necesaria para ese tipo de situaciones. El segundo, amigo de las emociones, porque al abandonar el Walshall sabía que se embarcaba en el excitante reto de intentar salvar del descenso al equipo galés y quién sabe si de su desaparición. Y esa aventura a sus 29 años no la podía dejar escapar…

Aquella épica victoria supuso un punto de inflexión para el Swansea City. Roberto era feliz y capitán general de un equipo que sólo quería mirar para arriba. Sabía del respeto del fútbol inglés y lo quería saborear. Un respeto que se estaba ganando a pulso desde que aquél día de 1995 abandonó España y decidió emprender la aventura de su vida fichando por el Wigan inglés. Desde la mediapunta, su clase y pundonor robaron el corazón del aficionado latic, que en 2005 no dudo en nombrarle mejor jugador de su historia. Pero él sabe que el mundo del fútbol no suele ser agradecido. El resultadismo tiene la memoria corta y los oídos vagos para recibir el eco de batallas épicas recientes. Se alimenta de malas rachas y ni el singular fútbol inglés, amigo de entrenadores eternos, se libra de su crueldad. Y encuentra en los técnicos su manjar favorito. En Swansea, a mitad del siguiente ejercicio, Brian Flynn es empujado al abismo de la destitución. Y aunque con la llegada de Kenny Jacket el club consigue dos ascensos, el de Balaguer pierde la confianza del nuevo técnico y el brazalete de capitán pierde fuerza en su brazo hasta desaparecer. Corre la 2005/2006, son tiempos difíciles y aunque Roberto se resiste a abandonar la nave galesa finalmente opta por enrolarse en el Chester de la Ligue Two. Se le apaga el fútbol y quiere que sus últimos destellos sean a pie de césped y no acomodado en el frío asiento de un banquillo galés. Pero la profesionalidad y carácter del español habían dejado huella en Swansea y cuando durante la 2006/2007 al míster Jacket le vienen mal dadas, el club piensa en Roberto para enderezar el rumbo y acabar la temporada sin sobresaltos. No le quieren ver de corto, sino con ese impoluto traje que todavía pasea junto a los banquillos de los mejores estadios ingleses. La decisión no es fácil. A un lado acabar con toda una vida en la hierba tras un balón. Al otro comenzar la página en blanco de una excitante carrera entre pizarras, alineaciones y ruedas de prensa. Tiene 33 años y decide que como en Enero de 2003 es hora de volver a hacer historia. En la 2007/2008, su primer año completo, aúpa al Swansea City a la Championship y se queda en la siguiente a un paso de la gloria de la Premier League. Cuando el Wigan llama a su puerta, Roberto Martínez no puede decir que no. Allí se dio a conocer como futbolista y allí quiere crecer como entrenador. A pesar de su corta carrera en los banquillos el club conoce su valentía, seriedad y profesionalidad y apuesta por él. Su gran trabajo allí no está pasando desapercibido. Alex Ferguson ya ve en él al joven escocés que hace casi tres décadas llegó al Teatro de los Sueños para convertirse en leyenda…

Swansea. 20 de Octubre de 2012. El viejo Vetch Field perdió la batalla del tiempo y los cisnes galeses disfrutan ahora de su nuevo Estadio Liberty. Swansea y Wigan ya no buscan el pelotazo en cielo británico peleando por un ascenso soñado. Ahora intercambian caricias a un balón que agradece la llegada de aire nuevo al fútbol de las Islas. Comparten Premier League, gusto por el buen fútbol y tienen cita en el día de hoy. En las filas locales, la diáspora futbolística española ha colocado al asturiano Michu en la mediapunta del once galés. Llegador letal, con la fuerza de un rayo, exhibe una zancada tan poderosa como controlada a la hora de asociarse. Exuberante en las formas alimenta el imborrable recuerdo del uruguayo Poyet, referencia de llegadores sin avisar, si acaso el liderazgo del charrúa sea un reto a alcanzar todavía por el asturiano. Su fulgurante comienzo goleador rompe las palmas del entusiasta aficionado local. Pero hoy otro español va a robar a Michu una de esas ovaciones. Cuando el míster del Wigan asome su cabeza desde vestuarios camino del banquillo visitante, el agradecido aficionado galés a buen seguro le abrazará en un aplauso eterno. En aquél Mayo de 2003, mientras un imberbe Miguel Pérez Cuesta descontaba los días para su debut con el Real Oviedo, lejos de allí, Roberto Martínez se acababa de partir el alma para que el Swansea de Michu no desapareciera. Hubo un tiempo en el que un jugador español en Inglaterra era como un hooligan sin cerveza. Rara avis. Pero Roberto se la jugó, abrió la hermética puerta de aquél fútbol y se coló para quedarse. Le llamaron Bob, desde los tres cuartos pidió la pelota y empezó a trazar la silueta de un futbolista español que pedía un hueco entre ellos. Otros completaron esos primeros trazos pero aquella puerta ya estaba abierta de par en par para que el hombre del fútbol español, de corto o de impecable traje, entrara y aportara su clase en aquél fútbol de ida y vuelta. En aquél Mayo de 2003 una mirada cómplice del banquillo galés a su mediapunta agradecía aquellos meses de duro trabajo por la salvación. Hoy, Octubre de 2012, la cómplice mirada va de la mediapunta al banquillo del equipo rival, el Wigan. La mirada que envuelta en el aplauso agradecido del aficionado galés bien podría tributar Michu al gran Roberto Martínez. La del exitoso llegador moderno al del que llegó en tiempos difíciles para hacerse un nombre y abrir las puertas por las que ahora el asturiano, entre tantos otros, penetra exuberante, golea y sitúa al futbolista español entre lo mejor de la Premier.

viernes, 7 de septiembre de 2012

CRISTIANO, PANDIANI Y LA FELICIDAD

Walter Pandiani, fuerza y carácter al servicio del fútbol
El Rifle está contento. Sabe de la importancia de ese gol. Y también que esto es Agosto y la batalla no ha hecho más que empezar. Pero su Villarreal, desde el más profundo de los respetos tiene que recordar a la Segunda que en esa camiseta hace cuatro días asomaba bordado un balón estrellado y varios chavales agitaban con entusiasmo desde el centro una enorme pelota con sabor a Champions. Pandiani descargó su rifle y con su disparo oportunista ejecutó al correoso Guadalajara para dar la victoria por 2 a 1 a los del Madrigal. Camino despejado, que pase el siguiente. Este montevideano con alma de camionero está feliz y quiere compartirlo. Calza 36 tacos, sabe que el fútbol se le muere y disfruta esto como cuando aterrizó en La Coruña allá por el 2000. Por eso ha decidido invitar a comer a toda la plantilla a un conocido restaurante castellonense. Porque sabe que haciendo piña Villarreal tendrá más cerca ser lo que fue y no tuvo que dejar de ser. Y no será muy difícil acertar que un invitado inesperado se coló en el convite. Con sus palabras la noche anterior, Cristiano Ronaldo ha retado a Angela Merkel en las mesas de debate de la sociedad española. No hay humano que no sepa de su enigmática tristeza. Y Pandiani a buen seguro que habrá disparado entre plato y plato para recordar que él ya la tuvo con el portugués. Que en Enero de 2011 siendo rojillo de Osasuna salió en defensa de su compañero Camuñas, a tortas con el luso. Con el Reyno de Navarra en su estado de ebullición habitual cuando un blanco se asoma desde vestuarios, el Rifle apuntó directo a Ronaldo. La respuesta de éste una pícara sonrisa, ligero movimiento de sus dedos y una palabras directas al mentón del uruguayo:-¿Tú cuánto ganas?.

 
Varios meses después de ese gesto, Cristiano continúa su espectacular camino por la Liga Española. Goles y más goles, sin piedad. Goles, reconocimiento y algún título para inaugurar un palmarés seco por la aplastante hegemonía culé. ¿Algún reto por superar?, reto superado. Lejos de abandonarnos a la demagogia más barata podríamos afirmar que el ídolo blanco dispone de todos los componentes de la felicidad: bienestar, reconocimiento, cariño, dinero…lo sabe Pandiani, mucho dinero. Nada le falta. O por sus palabras sí. Y mientras las tertulias futboleras se encargan de acertar qué es aquello que hace del Ronaldo actual un hombre triste, Walter Pandiani, 36 años de esfuerzo, trabajo y goles continúa su particular búsqueda de la felicidad. Ha aparcado su camión, se ha vestido de amarillo y ha decidido buscar su sitio en las áreas de la Segunda. Sabe que allí se esconde su felicidad. Tirando defensas con su potencia, marcando sobre la bocina, invitando a sus compañeros. Para él ser feliz es el esfuerzo diario y ahora que por edad esto toca a su fin disfruta como pocos de lo que lleva haciendo toda su vida.

El uruguayo sueña con que su gol del pasado domingo se repita allá por el mes de Junio cuando la pelota dentro de la red separa a héroes de villanos sin reparar en el esfuerzo de 10 meses antes. Quiere volver a Primera y por qué no cruzarse con Cristiano. Igual para entonces el 7 blanco ha resuelto sus dudas con la felicidad y disfrute con todo lo que le rodea en su día a día. Y si el Rifle le vuelve a encañonar lleno de ira quizá esta vez se relaje, pase su mano por el hombro de Pandiani y haga suyas las palabras del escritor compatriota del rifle, Mario Benedetti: "Nunca pensé que en la felicidad hubiera tanta tristeza"

miércoles, 15 de agosto de 2012

EL SUEÑO DEL WEMBLEY FC

Le Saux, Seaman, Venables, Parlour y Canigghia. El Wembley F.C. el último reto de sus carreras.
Como Broadway o La Scala de Milán, Wembley es el icono de la interpretación, en este caso futbolística y el estadio donde todo jugador desea actuar. René Higuita sabía que elegía el mejor marco cuando decidió regalarnos un escorpión en su despeje y Geoff Hurst golpeó tres veces las redes alemanas para llevar la gloria mundial a la Inglaterra del 66. Sus muros disfrutaran en silencio de la portentosa actuación de la Hungria de los magiares mágicos del 53 y su victoria ante los ingleses por 3 a 6. Pero cuando el rodar del balón mutaba en guitarra eléctrica los muros de la Catedral del fútbol también se abrazaban a la mágica acústica que de allí salía. El "Live at Wembley 86" de Queen es uno de los momentos que con más cariño guarda en sus entrañas el estadio londinense. La exhibición de los rockeros de Freddy Mercury en aquél concierto y la emocionante comunión con los que allí estuvieron hablan a las claras del misticismo que encierra el estadio de Wembley. Un concierto que quedará para la historia. Por todo eso no podía existir mejor escenario para coronar al campeón olímpico del deporte rey en los JJ.OO de Londres 2012. El sábado 11 de Agosto un buen puñado de jóvenes futbolistas buscaron la soñada gloria olímpica. Los aztecas querían el primer oro para su país y presentarse al mundo para garantizarse un buen contrato en Europa. Los cariocas confirmar su favoritismo en el torneo y muchos de ellos estampar con una ansiada firma los pronósticos que ya les visten desde hace algún tiempo con los colores de algún grande europeo. México y Brasil jugaron la final.

 
Ese mismo día y unas horas antes, en el barrio de Brent al noroeste de Londres, a unos 2 kilómetros del estadio de Wembley, el equipo local salía satisfecho de los vestuarios del Vale Farm, hogar del modesto Wembley FC de la novena división inglesa. Acababan de derrotar por 3-2 al Langford FC en la Ronda Preliminar Extra de la prestigiosa FA Cup y continuaban así su camino en la competición de la mano de cientos de equipos amateurs británicos. El reto de todos ellos, alcanzar el sueño de enfrentarse a algún club profesional en alguna ronda posterior. Hasta allí nada nuevo que no lleve sucediendo durante los últimos 140 años de torneo. Pero cuando la portería del equipo vencedor la defiende David Seaman y la estrella del partido con un gol y dos asistencias atiende al nombre de Claudio Canigghia, la cosa cambia. La cervecera Budweiser ha patrocinado su fichaje por los leones del Wembley FC junto con los de los ex-internacionales ingleses Graeme Le Saux, Ray Parlour, y Martin Keown, el del americano Brian McBride y Terry Venables como asesor técnico. Como objetivo, reforzar al joven equipo del Wembley FC para llevarlo lo más lejos posible dentro de la FA Cup y porqué no alcanzar la final en el mítico Wembley. Un bonito desafío para quienes vivieron tardes de gloria sobre el césped de los mejores estadios ingleses y mundiales. Un ejemplo de superación de 5 cuarentones que han decidido atarse de nuevo las botas y con la ilusión del que comienza en esto, desafiar a un físico que ya había empezado a dar por perdida la batalla contra el paso del tiempo.

 
Desde el pequeño campo de Vale Farm se divisa majestuoso el Estadio de Wembley. El mismo día que los jóvenes mexicanos salían de él con el oro al cuello, el modesto club de la novena inglesa daba un paso más para llegar hasta allí a lomos de la FA Cup comandado por los cinco valientes veteranos. Curtidos en mil batallas, la velocidad mental ha sustituido a la física pero el hecho de poder llegar hasta Wembley supone un aliciente más en unas carreras que ya transitaban entre libros, trofeos y cintas de video. Significa la posibilidad de poder demostrar al mundo que los viejos rockeros nunca mueren. Quieren abrazarse al estadio y como Fredy Mercury en aquella mítica tarde del 86 gritar a los cuatro vientos que "The show must go on"...

viernes, 3 de agosto de 2012

JORGE, RYAN GIGGS Y LA CAMISETA DE UN MITO

Ryan Giggs, un jugador de leyenda
Desde que aquél aparato había entrado en nuestras casas, Benny Hill había pasado al segundo lugar en el escalafón de nuestros productos británicos televisivos favoritos. Lejanos quedaban aquellos tiempos en los que intentar ver un partido de fútbol inglés se convertía poco menos que en un acto clandestino. Asi que desde aquél Canal+ de mitad de los 90, Jorge y yo descubrimos un fútbol que nos cautivó. El del passing game del Liverpool de Fowler y Mcmanaman y los goles del correoso Wimbledon empujando al rival en su área chica hasta hacerle claudicar. El del modesto Blackburn campeón de Hendry, Sherwood y Ripley y el imperial United del genial Cantoná. Descubrimos a Vinnie Jones, Dwight Yorke, Stan Collymore, al Ipswich Town y al Crystal Palace. Fútbol en estado puro. Y al caer esos sábados, cuando nos juntábamos para hacer aquellas cosas de los jóvenes de entonces, comentábamos el partido de esa tarde. Que si vaya manera de golear de Shearer o qué maravilla ver jugar al gran LeTissier en aquél vulgar Southhampton. Y entre todos aquellos personajes que íbamos descubriendo, uno destacaba de entre los demás. El galés del United Ryan Giggs. Regate prodigioso, velocidad endiablada y una calidad extraodinaria hacían de este veinteañero el jugador predilecto de mi amigo Jorge. Tanto es así que un día de verano del 95 decidí comprarle una camiseta del Manchester United. Sí, no era la oficial pero en la espalda llevaba su número y su nombre. El 11 de Giggs.

17 años y 34 títulos después, el de Cardiff agota sus últimos minutos de fútbol en su Manchester de siempre. Desde las entrañas de Old Trafford ha visto desfilar grandes estrellas, canteranos como él o fichados a golpe de talonario y va a presenciar de principio a fin la carrera futbolística de algún compañero mientras el ha permanecido allí, tirando rivales con la misma facilidad con la que levantaba títulos y más títulos. Y aunque sus veloces slaloms ya no desafían al defensa más preparado, su sola presencia infunde el respeto y la admiración conquistadas durante dos décadas de absoluta dedicación a su club. Cuando todo acabe dejará para la historia el aroma de un jugador irrepetible y unirá su legado al de Charlton y Best para dibujar los trazos de los últimos 50 años vestidos de diablos rojos. Pero seguramente su nombre nunca lo encontraremos entre los de los considerados más grandes de todos los tiempos. Dicen que los mejores jugadores necesitan de un Campeonato del Mundo para ingresar en el selecto grupo de los Dioses del fútbol. Giggs nunca ha pisado un Mundial y ni tan siquiera una Eurocopa ha podido disfrutar de su genialidad. Jurará fidelidad al dragón rojo galés para no lucir jamás los 3 leones del escudo inglés rechazando el ofrecimiento de la Federación Inglesa para jugar con ellos y privándose de disfrutar de los mejores torneos de selecciones. Sólo la idiosincrasia olímpica británica y la unión de los 4 territorios bajo la bandera de la Jack Union, permitirá a un Giggs casi cuarentón presentarse a lo grande en una gran competición internacional. Y no será en un torneo cualquiera. Como los atletas en la antigua Grecia, buscará su condición de mito capitaneando a un grupo de imberbes proyectos de futbolistas. Como en los antiguos Juegos lo hará delante de su gente, en los Juegos Olímpicos de Londres 2012.

17 años después, con algún kilo de más y algún pelo de menos, Jorge y yo compartimos de vez en cuando alguna tertulia futbolera al amparo de las nuevas tecnologías. Con España fuera de combate en Londres, y a pesar de mis pocas simpatías hacia lo inglés en general, solo me queda que Giggs aproveche su única oportunidad en un torneo que es una ventana al mundo para colgarse el oro al cuello y mirar cara a cara a los considerados los más grandes. Desconozco si Jorge piensa lo mismo e incluso si todavía guarda aquella camiseta con el mismo cariño con que yo se la regalé. Si lo hace, siempre podrá decir que aquella antigua camiseta que descubrió viendo fútbol en Canal+ hoy pertenece a uno de los más grandes de siempre. Al 11 del United Ryan Giggs. La camiseta de un mito.

domingo, 29 de julio de 2012

MESSI, BUSCANDO LA PERFECCIÓN

 
Leo Messi, buscando la perfección 
"Miglior giocatore del torneo, Leo Messi". La megafonía del Estadio anuncia que el jóven Leo ha sido escogido como el mejor jugador del torneo que el Juvenil B del Barça de Cesc, Piqué y el argentino acaba de conquistar en San Giorgio della Richilvelda (Italia) ante Parma, una selección del Friuli Venezia Giulia, Hansa Rostock, Eintrach Frankfurt, Treviso y Juventus. Corre el mes de Agosto de 2003 y el rosarino recoge el galardón tras haber maravillado a propios y extraños con su insultante destreza para tirar rivales a su paso, pelota cosida con aguja e hilo a una zurda prodigiosa. Su entrenador, el argentino Angel Guillermo Hoyos, se apremia a felicitarlo pero en su rostro no encuentra a un chico por completo feliz. Durante el torneo, Leo erró un penalty y aunque en la final logró transformar otro, aquél fallo no sale de su cabeza. Su carácter ganador y perfeccionista choca de frente con aquél error que no se perdona. Será Hoyos quien trate de consolarlo diciéndole que aquél portero podrá contar a sus hijos y nietos que un día le paró un penalty al mejor jugador del mundo. Más tarde lo pone a entrenar diariamente desde los 11 metros, explicándole que a lo largo de una temporada deberá tirar 5 ó 6 y puede que alguno de ellos sea decisivo. Puede estar en juego el campeonato o un torneo importante...

Abril de 2012. El rostro de Messi se esconde bajo la 10 azul y grana. Sabe que ese fallo ha sido clave para que su equipo se baje del tren de la Copa De Europa y como en aquél 2003 su rostro no puede esquivar la agria compañía de la frustración. El torneo juvenil es ahora un torneo del máximo nivel, Cesc y Piqué curtidos en tierras lejanas, le acompañan bajo el escudo culé y en la casa de Leo, aquél trofeo de verano se abre paso entre varios Balones de Oro. Sí, han cambiado muchas cosas, pero la ambición de Messi sigue intacta y su camino hacia la gloria no conoce desvío alguno. El partido ante el Chelsea ha finalizado y entre el júbilo inglés, embutido en esa camiseta, Leo parece distinguir tras el sonido de la madera de aquél chut desde los 11 metros, las palabras de su míster en aquél torneo en Italia. Él, que con sus goles ha llevado a su equipo hasta allí, ha podido tirar por la borda todo ese trabajo con ese fallo fatal. En aquél verano italiano será su entrenador quien consuele al joven jugador. En esta ocasión las palabras de Hoyos se transformarán en el aliento de 90.000 almas que le recuerdan al argentino que ese fallo no es más que una gota de agua en el mar de felicidad que Leo les ha regalado durante estos años. Para Messi no es suficiente. Volverá a ensayar penalties hasta la extenuación. Sabe que el fútbol le ofrecerá revancha. Y él se la tomará. No quiere que ningún portero le cuente a sus nietos historias para no dormir. Quiere que esos niños recuerden que buscando la perfección, un chaval argentino llegó a ser el mejor jugador de todos los tiempos.

miércoles, 4 de julio de 2012

FERNANDO LLORENTE, LA IMAGEN DE ESPAÑA

Fernando Llorente buscará su sitio en el Mundial
Llegaba al torneo tras haber exhibido por Europa la fragancia de los grandes nueves de antaño aunque vestido de smoking y chistera. El camión de La Roja, como fue bautizado por Pepe Reina durante la celebración por el Mundial de 2010, tenía todas las papeletas allá por el mes de Abril para circular en la delantera por las carreteras de Polonia y Ucrania, ceñido en esa roja de talla equivocada. Con Villa fuera por lesión, ni la luz al final del túnel de Torres ni la dura pugna de Negredo con Soldado parecían apagar el recuerdo de aquella volea a la red de Van der Saar en San Mamés ni la mayor exhibición de un delantero centro en un sólo partido que recuerdo en los últimos tiempos, la de la semifinal de la Europa League frente al Sporting de Lisboa. Aquella noche Zarra, Dani y Urzaiz se citaron en el cuerpo de aquél chicarrón para reescribir el manual del delantero centro moderno. Pero a Fernando Llorente no le van a salir las cosas como él pensaba durante esta Eurocopa 2012 y sus únicas carreras serán de locura tras unos agónicos penalties o por la banda esperando impaciente su momento. Un momento que nunca va a llegar...

Hace un par de décadas desembarcábamos en las grandes citas del verano futbolero embutidos en el trasnochado traje de la Furia Española. Nos mirábamos al espejo, nos gustábamos y nos creíamos ese papel de espartanos patrios dispuestos a discutir el título cuchillo en mano a las grandes de siempre. Y olvidando la pelota en el vestuario acababamos por virar nuestros galeones con las velas hechas jirones y el rostro desfigurado por el infortunio de alguna maldita tanda de penalties. Como estampa significativa recuerdo la de aquél verano del 90 en Italia con nuestra máxima figura goleando por tres veces a la "potente" Corea y dándose un baño de ego con la reivindicación de su figura sobre el equipo. Aquél dedo narcisista que señalaba a su amo y a la vez nos mostraba la imagen de una España casposa que progresaba al son de la especulación de cuatro ladrillos y faraónicas exposiciones.
Por eso considero la sonrisa de Llorente una de las imágenes de España en esta Eurocopa. La estampa del chico con clase, humilde y trabajador que llegaba para consagrarse y acabó por no sacarse el peto de los suplentes ni en el avión de vuelta a casa. El hombre que lejos de pensar en su situación actual, se tragó su ego, apretó los dientes, animó sin descanso a sus compañeros y se alegró el primero del éxito colectivo. La persona que bien podría encarnar los valores de la España difícil que hoy nos toca levantar, la de la gente buena que en silencio pone su trabajo al servicio del bien común. España y Llorente quieren tener su segunda oportunidad. Las gentes de bien siempre la tienen y por eso en 2014, mientras mi país se va olvidando de que tiene una prima por Europa, estoy seguro que por las áreas del gran Maracaná un camión buscará decidido sitio para aparcar...

martes, 31 de enero de 2012

GUY ROUX Y LOS POLLOS DE BOURGOINEL


Guy Roux, el hombre leyenda del Auxerre
Mayo de 1989. Stade Velodrome, Marsella, última jornada. El reloj camina decidido hacia el 90 para ir construyendo a cada segundo, la silueta de un Olympique campeón. La afición local sabe que el 1-1 actual le basta para alzarse con el campeonato y lleva en volandas a su equipo hacia la gloria de la Ligue-1. Enfrente el Auxerre, convidado de piedra en el presumible festín marsellés, se emplea con la dignidad del que se siente observado desde otros campos con un Campeonato en juego.
Fin del partido. La locura invade las gradas y en el césped  los nuevos campeones dan rienda suelta a su alegria. Carreras, saltos, lágrimas y un trofeo a las vitrinas. El primero de esos cinco que harán de ese lustro territorio marsellés. Había costado pero se ha conseguido. Entre el bullicio general un hombre observa desde la zona de banquillos la fiesta marsellesa. Atento y en silencio, Guy Roux mira espectante la actitud de sus pupilos. Sus chicos del Auxerre han hecho un buen partido y han conquistado con este empate un meritorio quinto puesto final. Pero éxitos deportivos al margen, Guy Roux espera paciente que acaten sus órdenes una vez el árbitro había indicado el final. Y con una sonrisa pícara observa con satisfacción como sus jugadores se avalanzan sobre el orgulloso campeón, le felicitan y con el torso ya desnudo ofrecen su elástica "auxerroise" buscando a cambio la de su rival. Los Papin, Sauzee y Allofs se despojan de su camiseta, aceptan el intercambio y se enfundan la del Auxerre...

Guy Roux no forma parte de la historia del AJA Auxerre. Guy Roux es el Auxerre. No existe la vida de uno sin la historia del otro. Aquél quinceañero que en 1954 aterrizó en la pequeña ciudad del sur de París decidió quedarse hasta 2005. Al mando del primer equipo 44 años de leyenda. Peleón de corto, viejo zorro en la táctica, el Stade l'Abbé-Deschamps no esconde ningún secreto para él. De su mano, Blanc, Boli o Cantoná pondrán  la primera piedra de sus brillantes carreras y un club que vestía de incógnito por el fútbol galo se subirá al ascensor de la gloria para no bajarse nunca más y discutir Ligas y Copas a los más grandes. Pero nadie se lo va a poner fácil, y el veterano Roux siempre se las va a ingeniar para sacar a flote a su equipo, exprimiendo los pocos recursos disponibles en el humilde club de la pequeña Auxerre.

En Marsella, Guy Roux enfila satisfecho las escaleras hacia las entrañas del Velodrome. A su alrededor, gritos de júbilo por una Liga, gente feliz y el húmedo ambiente de vestuarios. En su cabeza la satisfacción por el último gran servicio a su club por esa temporada. El patrocinador del Auxerre puede estar satisfecho. Durante las 48 horas siguientes a la consecución del título marsellés, en todos los medios de comunicación franceses veremos a los campeones mostrando a toda Francia los "Pollos de Bourgoinel", sponsor de los "auxerroises". Como dijo Demóstenes: " Las oportunidades pequeñas son el principio de las grandes empresas". Y en aquella tarde marsellesa el gran Guy Roux no dejó escapar su pequeña oportunidad...

sábado, 21 de enero de 2012

ZARAGOZA NO SE RINDE

Andoni Cedrún, Corazón zaragocista
 
"Sólo quiero que el Real Zaragoza sea un club normal". Desde sus 198 centímetros del zaragocismo más puro, Andoni Cedrún, sangre vasca en un corazón maño, explicaba con profunda desazón en una radio deportiva nacional, su impresión sobre la dura situación actual del club de su vida. Sus palabras se debaten entre la simpleza de lo evidente y el vértigo de quien se acerca al abismo. Y golpean con crudeza, por venir de quien vienen. De la bandera del optimismo y nobleza más racial ahora hecha jirones por la deriva de un club sin rumbo.

Andoni no reconoce este club. No conoce este equipo. Quizás porque las magulladuras recientes han dejado al guerrero del León herido de muerte y desfigurado. Quizás porque su optimismo enfermizo oscila violentamente entre la pelea de lo que quiere y lo que ve. Cuando él atajaba sus primeros balones oía las gestas de un equipo imponente y magnífico, que era obligado a salir de vestuarios de un campo inglés. No llegaba tarde al comienzo de aquella semifinal, no. Antes de abandonar Ellan Road, el aficionado británico quiso despedir a los artistas que habían dejado fuera de la final de la Copa de Ferias a su Leeds United con una exhibición de juego y goles. Corría 1966 y tras el 1-3, aquella ovación puso a Zaragoza en el mapa del fútbol europeo.
Dos décadas después esa historia la escribió el vasco. Recopa, tanda de penalties y la Roma de Boniek al suelo. El Ajax de Cruyff y Van Basten le despertó del sueño, pero Andoni, Europa y Zaragoza ya se habían citado para irse de Copas por París.
Eran tiempos de promesas, en los que Cedrún, desde lo alto de un balcón, emplazaba a 100.000 zaragocistas de un año a otro para entregarles los triunfos de un equipo histórico.
Pero más allá de los éxitos deportivos eran épocas en las que un club modélico en su gestión y señor en su imagen arañaba la gloria entre los gigantes nacionales y europeos.

Los tiempos han cambiado y las finales de Copa han dado paso a Leyes Concursales. El León no se reconoce en su nuevos trazos y el futbolista fiel a un club es ahora un muñeco de ida y vuelta. No como aquél portero que llegó buscando sitio desde un Athletic campeón y se quedó para siempre. Desde su grito desesperado, Andoni busca para el Real Zaragoza un estado de normalidad. No quiere que el León salga de su escudo para lanzar zarpazos a la Historia, ni ovaciones en campo rival. Ya no quiere quemar París desde un pateo celestial ni que la derecha de un "hueso" argentino ponga el azul a una montaña mágica destinada a ser blanca merengue. Ni tan siquiera añora levantar títulos prometidos. Sólo que alguien le prometa a él que algún día le devolverán al Real Zaragoza del que se enamoró.
Sus palabras suenan con la fuerza de quien desea un club respetado y admirado por una gestión seria y honrada. El deseo de pertenecer a un club reconocido por sus 80 años de valor y dignidad antes que por la efímera gloria del éxito.

Hasta que eso suceda Andoni levanta la voz por la tierra que un día le acogió y le hizo grande de Europa. No puede imaginar Zaragoza sin su equipo. El Pilar sin sus torres, el Batallador sin su espada, Agustina sin su cañón...Zaragoza sin su Real. Una ciudad y un equipo que Andoni nunca ha conocido. Ni conocerá. La ciudad en la que siempre habrá una lengua viva para decir que no se rinde. Siempre ha vuelto. Y volverá.