miércoles, 13 de marzo de 2013

LA TRAGEDIA DE LA PUERTA 12

Publicado en el número 34 de Kaiser Football

El pasado 12 de Septiembre de 2012 la justicia británica se abrazaba a los familiares de las 96 víctimas de la tragedia de Hillsborough. La resolución ponía fin al asfixiado grito que salió de aquel fondo de Leppings Lane en Sheffield para viajar entre lágrimas durante 23 años en los corazones rotos de familiares y amigos. Desde entonces, el monótono gris del cielo de Liverpool por fin descansa en paz y sonríe rojo de agradecimiento. En Argentina, 73 almas ahogaron su aliento a Boca en la Puerta 12 del Monumental de Núñez. Fue allá por 1968, más concretamente un 23 de Junio. La misma sinrazón, el mismo sinsentido, la misma forma de morir. Distinta resolución. Dos países tan cercanos en su pasión por unos colores. Conmigo o contra mí. Puertas de entrada de la violencia más irracional al resguardo de históricas camisetas y emblemáticos escudos. Por Inglaterra los Hooligans. Por Argentina las Barras Bravas. Tan cercanos en mucho y tan distantes en su manera de afrontar y evolucionar tras el golpe y la tragedia. Y es que todavía no está muy claro lo que aconteció aquella fría tarde en Buenos Aires sobre la cancha del Monumental de River. Más bien lo único meridiano fue lo aburrido del 0 a 0 al final del tiempo de aquella enésima edición del superclásico argentino. Un empate que suponía un nuevo paso al vacío en los nueve años de sequía de River. Aquello iba para largo. Aún les quedarán nueve más. Para la gente de Boca más que suficiente con el placer de ver sufrir al vecino Millonario. La hinchada xeneize, que poblaba el fondo de la Avenida de Figueroa Alcorta, se disponía a abandonar el Estadio henchida de orgullo por haber resistido en territorio enemigo más que por el juego desarrollado por los suyos. Gritos, júbilo y los clásicos cánticos hacia el eterno rival. Pero algo estaba fallando. Todos debían abandonar el estadio por la Puerta 12. Una bocana oscura con varios y empinados escalones. El piso húmedo y una bombillita como única guía en este tortuoso y lúgubre camino de salida. Cuando los primeros descendieron aquellos escalones y llegaron abajo, encontraron la puerta cerrada. La ingente y ruidosa masa boquense de más arriba que desconocía la situación escaleras abajo continuó su camino y comenzó a presionar a los que ocupaban aquél túnel. La puerta permanecía cerrada y el tapón humano sintió la falta de aire. El peligro se convirtió en tragedia, asfixia y horror. Montones de personas amontonadas y pisoteadas y bajo sus cuerpos un reguero de sangre. La gran mayoría jóvenes de entre 13 y 20 años. Cuando por fin se abrió la puerta la montaña humana inerte cayó hacia la calle y los cuerpos se desparramaron por Figueroa Alcorta…

Los diversos testimonios de lo que allí aconteció se enredan entre la confusión y el misterio. Unos hablan de puertas cerradas y molinetes puestos. Otros de represión policial a golpe de dictadura sobre la fatídica Puerta 12 . Por uno u otro motivo la verdad de lo que tras esa puerta aconteció se difumina con el paso de los años y la justicia queda sepultada bajo el polvo de los informes de la época. La tragedia de Hillsborough trajo consigo una reforma del fútbol inglés bajo el denominado Informe Taylor. Una serie de medidas que bajo la supervisión del gobierno modernizarán el futbol británico y lo dotará de mayor seguridad. Estadios provistos de asientos, sustitución de alambradas por vallas de seguridad, prohibición de bebidas alcohólicas, mejoras en los accesos para una rápida evacuación del estadio e instalación de cámaras de video entre otras medidas. En aquella Argentina de 1968 será la AFA la que comprará el silencio de las voces que clamaban Justicia con exiguas cantidades de dinero a cambio de la renuncia a una posible demanda a River y a la propia AFA. Dos Campeonatos del Mundo y varias dictaduras después el fútbol argentino no ha aprendido. Más bien continúa en su espiral de delirio y violencia. Las Barras Bravas gobiernan las canchas a punta de pistola, perfectamente organizadas al amparo del poder y la corrupción y la vida de un espectador vale menos que un ticket de entrada al Estadio. En Inglaterra homenajes continuos a los 96, justicia y un presidente pidiendo perdón 23 años después. En Argentina un cambio de nombre a la puerta maldita y una pequeña placa son el único recuerdo de la tragedia.

Cuentan que en ocasiones se oyen golpes desde el interior de la Puerta 12 del Monumental de River. Al abrirla no encuentran a nadie. Sólo una empinada escalera, la luz tenue de una pequeña bombilla y en la lejanía algún grito de aliento a Boca entre desgarradoras voces de auxilio. Esas 73 voces que cada 15 días viajan desde el cielo a La Bombonera para mezclarse en el fondo de La 12 de Boca para animar sin descanso. Se cansaron de pedir justicia. Se conforman con que aquello no vuelva a suceder. Con que se tomen las medidas para que su Argentina se divierta con un fútbol civilizado que ellos no pudieron disfrutar. Hillsborough fue el principio en Inglaterra. Esperemos que en Argentina no haya que esperar a una nueva fatalidad. Que la tragedia de la Puerta 12 se quede en el penoso recuerdo de una tarde de Junio del 68 de un país que se apasiona con el fútbol como ningún otro en el mundo.