domingo, 12 de mayo de 2013

LAS LÁGRIMAS DE GUSTAVO

Publicado en el número 38 de Kaiser Football
Las lágrimas de Gustavo Poyet, imagen de aquella Recopa del 95
Vino hacia nosotros moviendo los brazos porque ya no había piernas. Su cara desencajada, el león rugiendo en su escudo y preguntándole al uruguayo si entendía cuánta felicidad le estaba llevando a esa personas. Su gesto era agradecido. A esa gente sin garganta y mil kilómetros a las espaldas. A ese club que lo sacó del anonimato del fútbol francés para hacer historia de azul y blanco. A sus compañeros. A Nayim…Al Mundo. Era el grito de la felicidad, del gracias, del para vosotros, del me lo merezco, del claro que sí, de la rabia. Era el sentir de España, Aragón, Zaragoza y su Real. Del final más increíble que se recuerda, de un gol para siempre, de una Recopa en 120 minutos. Y yo lo ví. Vino llorando como un niño intentando abrazar a todo aquél fondo. Si hubiera querido lo habría hecho. Porque corazones como el suyo consiguen lo que se proponen. Llegó a por la Copa y se la llevó. Dejando al del bigote dentro de su portería con diez mil gargantas a sus espaldas gritando sin saber muy bien porqué. Y aquél 9 que aterrizó para hacerse el mejor 8 se entregó a su gente. A esa que nunca falla. Y nos ofreció sus lágrimas, la fuerza de su interior. La misma que exhibía llegando desde segunda línea sin avisar. Con aquél estilo tan suyo. Tan peculiar. Tan llamativo.

Aquella noche está repleta de imágenes. Las que todos vimos. El golpeo sublime, la parábola de todos los tiempos, el gol definitivo. A Fernando Cáceres, al que unos malnacidos han querido dejar bajo tierra, subido a la cruceta de aquella mágica portería orgulloso de su conquista. Fuerza “Negro”. Algunos vieron a Sergi, al que atropelló la vida, megáfono en mano dejándose el alma entre los aficionados. Y a Solans padre con su camiseta jaleando emocionado a su gente. Y luego las que no vimos nadie. Ese gesto divino ayudando a trazar esa curva imposible, o empujando a Seaman al abismo mientras desde aquél fondo no dábamos crédito a lo que iba a suceder. Esa Pilarica…Pero siempre hay algo que se queda en tu retina para siempre. Y yo lo ví. A Gustavo Poyet y sus lágrimas. Y esa manera de celebrarlo. Con pasión. Con emoción. La misma que empleó para llevar a un equipo de la promoción de descenso a triunfar por Europa. Grande Gustavo.
El pasado 10/05/13, aquella Recopa se nos hizo mayor de edad. Todos hemos crecido con ella. Todos hemos cambiado. Nos mira orgullosa y nosotros a ella con preocupación. Su Real Zaragoza no pasa por buenos momentos. Aunque estos dieciocho años han dejado alguna pincelada para la historia, en la actualidad, lucha año tras año por eludir el descenso. Pero en el día de su cumpleaños ella está feliz. Muchos la miran y sueñan despiertos con aquella noche en París. Con Nayim, Cáceres y Sergi. Yo cierro los ojos y veo a Gustavo gritando a los cuatro vientos ofreciéndonos su llanto. Él llegó y en su primer año peleó por un descenso. ¿Guiños del fútbol?. No se sabe, pero me aterra tener que venir con mis nietos a verla en su 75 cumpleaños y la encuentre triste, sola y desorientada. Y no quiero. Quiero otro Poyet que me regale mil imágenes para el recuerdo partiéndose el alma y haciendo del Real Zaragoza lo que es. Grande de Europa. Gracias Gustavo.