miércoles, 1 de octubre de 2014

GIULIANO TACCOLA: MUERTE EN EL VESTUARIO

Publicado en el número 49 de Káiser Football

Giuliano Taccola, la tragedia de un delantero llamado a marcar una época
A los treinta segundos del estreno del Scudetto 68/69 el marcador del Olímpico de Roma ya reflejaba movimiento. Giuliano Taccola celebraba exultante el tanto conseguido ante la Fiorentina. Helenio Herrera sonreía desde el banquillo. Ambos tenían motivos para estar felices. El delantero toscano se cargaba pronto de razones para hacer suyo el ataque giallorosso. El técnico ya veía en él al Mazzola de su mítico Inter, capaz de estampar en la red el Catenaccio más perfecto. Taccola quería convertir en realidad la promesa que ya goleaba la anterior temporada por la Ciudad Eterna. El Mago, recién llegado y exigido por la afición tras su exitosa trayectoria con el Inter, llevar a la Roma a lo más alto. El espigado delantero convencía a Helenio Herrera. Buen atleta, siempre bien colocado y excelente rematador. Tres meses después de empezado el Campeonato, Taccola compartía la tabla de goleadores con siete tantos con Roberto Boninsegna y Pietro Anastasi, sólo superados por Gigi Riva con doce. La trayectoria del equipo era bastante irregular pero al delantero le marchaban bien las cosas. Goles y buenas actuaciones hacían de Taccola una pieza fundamental en el engranaje de la Roma de Helenio Herrera. Pero todo empezará a torcerse. Ya al comienzo de la temporada los médicos del club le detectan un defecto cardíaco. El 24 de Noviembre un fuerte dolor de garganta le impide viajar con el equipo a Verona y aunque vuelve a jugar y golear, en la víspera del encuentro en el Olímpico del 25 de Enero de 1969 ante el Torino, Taccola es ingresado por una grave infección en las amígdalas. Ocho días después es operado de amigdalitis. Helenio Herrera, exigente al máximo con sus hombres, contrario en multitud de ocasiones a los responsables médicos del club y crítico con sus diagnósticos, fuerza al jugador en su recuperación y el 24 de Febrero el delantero vuelve a una convocatoria. Demasiado poco tiempo de convalecencia para lo que dictaminaban los servicios médicos. Demasiadas sustancias desconocidas proporcionadas al delantero para acelerar su vuelta al once romano. Mago blanco en la pizarra. Un genio para la prensa ávida de grandes titulares. Mago negro en la intimidad del vestuario. Un demonio para sus jugadores. El deportista antes que la persona. El resultado antes que la salud. De esta manera, Giuliano Taccola vuelve a los terrenos de juego el 2 de Marzo en Génova ante la Sampdoria. Dejará el terreno de juego en el minuto 62 por un esguince en su tobillo derecho. Jamás volverá a pisarlo de corto…
 
La A.S. Roma viaja el 16 de Marzo a Cagliari. Helenio Herrera obliga a entrenar por la mañana a Taccola para ver el estado de su tobillo de cara al próximo partido entre semana ante el Brescia pero el jugador sufre mareos, se muestra débil y debe abandonar la sesión. El delantero presencia el encuentro desde la grada y tras el 0-0 final baja al vestuario para saludar a sus compañeros. Una vez allí empieza a encontrarse mal y pierde el conocimiento. Ni las inyecciones de penicilina, ni los masajes en el corazón, ni la respiración boca a boca lograrán reanimarlo. Parada cardio-respiratoria. La ambulancia tardará más de una hora en llegar al Amiscora de Cagliari. Para entonces la vida y la fugaz carrera en la élite del jugador de 25 años ya se habían marchado para siempre, tan rápidas ambas como aquél gol a los treinta segundos de juego…
 
Su viuda Marzia Nanninpieri tuvo que salir adelante con dos pequeños de 4 y 6 años y el dolor de una vida truncada. Cuarenta y cinco años después continua peleando por esclarecer lo sucedido, convencida de que Giuliano no murió de forma natural sino exponiendo su organismo a la máxima exigencia física en pos de un mejor rendimiento deportivo. Ni la Roma, ni las instituciones pertinentes han estado a la altura de las circunstancias y han optado por dar carpetazo al tema. Como tampoco lo estuvo aquella tarde Helenio Herrera. Con sus compañeros conmocionados por el suceso, el técnico ordenó dejar Cagliari cuanto antes. El Brescia les esperaba días después en partido de Coppa y poco más podían hacer allí por su compañero fallecido. Mísera despedida para quien con sus goles estaba destinado a conducir al Mago a otra exitosa etapa en el calcio. En la actualidad Marzia sufre serios problemas económicos y convive con el recuerdo de la generosa sonrisa de Giuliano. Su lucha personal se vio respaldada por “Il terzo incomodo”, el libro que en 2004 publicó Ferruccio Mazzola. Hijo de Valentino, mito del Gran Torino y hermano del icono del Inter de los 60 Sandro Mazzola, sacará a la luz las prácticas de doping en el fútbol italiano de aquellos años. Pastillas misteriosas, líquidos inyectados de dudosa procedencia. Durante la temporada que coincidió con Helenio Herrera en el Inter, narra cómo el técnico era capaz de aumentar las prestaciones atléticas o acelerar la recuperación de sus jugadores con diversas sustancias dopantes. Pero el Calcio miraba hacia otro lado. Callaba mientras los recuerdos de aquellos hombres del Gran Inter de los sesenta envejecían juntos a los síntomas de unos organismos castigados. Giusti, Tagnin, Bicicli, Miniussi, Massiero, Facchetti, Longoni y el propio Ferruccio Mazzola contarán a sus nietos los éxitos de su Inter ahogando sus palabras entre los dolores de cánceres, tumores y hepatitis. El joven Giuliano Taccola no tuvo esa posibilidad. Ni tan siquiera la de ver crecer a sus dos hijos. Su madre les contará que en el frío suelo de un vestuario de Cagliari morirán los sueños de un delantero destinado a marcar una época.