viernes, 18 de noviembre de 2011

A ESA PEQUEÑA PERSONA...


Adrian y su pasión por el fútbol
Este artículo va dedicado a esa pequeña persona con la que desde hace un tiempo comparto asiento en la montaña rusa de sensaciones en que cada 15 días se ha convertido el Municipal de La Romareda. Camiseta, bufanda, gorro calado hasta las cejas y una pequeña bolsa con bocadillo en una mano. A veces no llego a comprender su capacidad para recordarme que el color del equipaje del portero Roberto es diferente al del otro día ó que el mismo partido el año pasado lo perdimos 1-2 con gol de Negredo cuando el partido ya agonizaba. Lo miro con sorpresa y me sonríe...Pero pensándolo bien esa cabeza no está ocupada por los problemas que nos angustian a los mayores. Bajo ese gorro blanquiazul no hay ni rastro de resultados de ventas, ni hipotecas, ni discusiones de pareja. Quizá un puñado de sumas y alguna resta dejan paso a cientos de nombres de futbolistas, estadios y entrenadores que va descubriendo y que se van acomodando sobre aquella esponja que no para y todo lo absorbe.
Crecí entre balones y libros de tácticas que ojeaba con curiosidad. Entre desplazamientos a los campos navarros y riojanos de aquella potente Tercera de los 80 y el cariño recibido de la gente de Calatayud, Tauste, Mequinenza ó Illueca. Entre la alegría de un ascenso y los nervios de los malos momentos. Uno forja su carácter y personalidad en base a la educación recibida y a todas esas experiencias y sensaciones con las que vives desde pequeñito y que van llenando la mochila vacía de emociones con la que nos presentamos en este mundo. Por eso y porque considero que los años de nuestra infancia son los más bonitos que vivimos, veo en mi sobrino Adrián al niño que yo era hace 3 décadas. Aquél niño que tan pronto alucinaba en el 83 con la pasión de una final de Copa en La Romareda entre merengues y culés como se presentaba todas las tardes de Julio en el Balneario de Panticosa para ver a los Casuco, Güerri y Vitaller zigzagueando entre los árboles. Aquél chavalín que en el 86 se veía a pocos metros de Señor recogiendo la Copa en el Calderón ó bajo el aguacero de aquella semifinal contra el portentoso Ajax de Van Basten en el 87 junto a sus inseparables Jorge y Jesús. Son momentos y sensaciones que vuelven a mi memoria reflejados en esos ojillos vivos que me miran bajo el escudo del León de ese gorro azúl y blanco...
Últimamente sólo quiere ponerse detrás de la portería del Fondo Sur, si es en la primera mejor que en la segunda fila. Seguro que por su mente pasa el ayudar a Roberto en alguna estirada ó el aprovechar algún rechaze que ande suelto para abrir el marcador. Piense lo que piense yo disfruto con la emoción de su cara. Por eso si algún día Adrián escribe sobre su pasión por el fútbol me gustaría que empezara con..."aquellos difíciles partidos en La Romareda con mi tío Luis"...Lo que venga después no importa. Sólo que él lo recuerde con el cariño con que yo lo recuerdo. Te quiero "pichón".

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