Johan Cruyff, su legado nos queda para siempre |
“Después de este resultado creo que vamos a ganar esta
Liga”. La frase es de Johan Cruyff durante la clásica rueda de prensa posterior
a cualquier partido de Liga. A tenor de sus palabras cualquiera podría pensar
que el resultado de aquél partido había sido favorable a los intereses del
equipo del “Flaco”. Al mismo tiempo que las pronunciaba y sobre los fondos de
un estadio ya semivacío que iba apagando lentamente la intensa luz que había
dejado aquella tarde, los marcadores seguían reflejando todo lo contrario. Como
si el orgulloso encargado de desconectarlo quisiera que aquel resultado quedará
allí para siempre. Aquella tarde del 13 de Febrero de 1994 en el estadio
Municipal de La Romareda, el Real Zaragoza había sacado literalmente del campo
a su rival, el F.C. Barcelona con un 6-3 que desde aquella tarde duerme en las
páginas más gloriosas del club aragonés. Los Cáceres, Poyet, Higuera o Esnaider
fueron un vendaval que se llevó por delante a los hombres de Cruyff y seguían
así dando forma a un equipo que un año más tarde tocaría el cielo en París.
Aquél Barça de los Koeman, Guardiola, Stoichkov y Romario quedaba tras esa
jornada muy tocado y a 6 puntos del Depor del “Bruxo” Arsenio Iglesias. Tras
aquél partido y las sorprendentes declaraciones de Cruyff el F.C. Barcelona
encadenará una demoledora racha de 13 triunfos y 2 empates con un juego espectacular
que le darán finalmente aquél Campeonato de Liga. El genio, la intuición o
quizás la flor que siempre dicen acompañaba al holandés habían triunfado una
vez más cuando pocos creían ya tras aquella fría tarde de invierno en Zaragoza
en la que el equipo se desmoronaba como un castillo de naipes tras una derrota
tan merecida como sonrojante.
Los que somos de mitad-final de los 70 dábamos nuestros primeros pasos cuando la carrera de Johan empezaba su
cuesta abajo. Cuando ya jugábamos a ser Arconada , el nombre de Pelé sonaba a
mitología de otro tiempo, pero el de Cruyff todavía flotaba en el ambiente. Nos
era más familiar. Como algo que conocíamos pero que nunca habíamos visto. Papá
me hablaba de cómo mandaba sobre todo. Rivales, compañeros, árbitros. Con una
superioridad insultante. Otros alucinaban con su cambio de ritmo. No había otro
igual. Pero yo lo quería ver. Y como por aquél entonces no teníamos toda la
información a un golpe de clic, cuando los 4 tomos de “la Historia de los
Mundiales” para VHS que me dio mi amigo Jorge cayeron en mis manos no perdí más
tiempo. Y así lo pude ver. Liderando a ese grupo de anárquicos melenudos con
una manera de entender el fútbol nunca antes vista. Desparramando rivales a su
paso. Parando y volviendo a arrancar cuando el defensa ya creía tener cazada a
su presa, para desaparecer de su vista para siempre. Con aquella mítica
camiseta naranja de Holanda y el 14 detrás. Se quedará a las puertas del título
en aquél 1974. Alemania remontará el gol de penalti de Neeskens cometido sobre
Cruyff en el minuto 1 tras arrancar el 14 desde medio campo desbordando a
cuanto alemán salía a su paso. A pesar de la derrota todo el mundo se acordará
de aquél equipo y esa nueva concepción del juego. A nivel de clubs, lo ganará
todo con el Ajax de Amsterdam y devolverá al Barça a la senda de la victoria.
Cuando todo acabó sobre el césped, aquella manera de entender el fútbol se
extendió a la pizarra. En 1988 se hizo cargo del F.C.Barcelona y formó un
equipo casi invencible que maravilló con un estilo nunca visto en nuestro país.
Otorgando al balón y al futbolista toda la importancia. Pescó las mejores
piezas en el caladero de un futbol vasco que sorprendió a todos en la primera
mitad de los 80. Sacó al danés Laudrup del hermético futbol italiano y apostó
por el búlgaro Stoichkov cuando era un auténtico
desconocido. Jugará con defensa de tres, arriesgando a que la cintura de su
compatriota Ronald Koeman fuera violada repetidas veces. No importaba. Si se
encajaba uno habría que ir a por otro. El extremo Goicoetxea manchará de cal
sus botas los 90 minutos de partido abriendo el campo para las llegadas sin
avisar de Amor, Bakero o Beguiristain. El juego de toque rápido, la importancia
de la posesión, la versatilidad y la eficacia con la que dotó Johan Cruyff a
aquél equipo es el legado que a día de hoy el club intenta seguir como
filosofía de vida y éxito. Aquél futbolista al que sólo pude ver en VHS
consiguió desde los banquillos que pudiera enamorarme de una manera de entender
el deporte que tanto me apasionaba.
Varios años después de aquella derrota en Zaragoza, Johan confesaba que a pesar de aquella declaración sabía que
era muy difícil ganar esa Liga del 94 y que sólo el Depor que la tenía tan de
cara podría perderla como así fue. Quizás con aquellas palabras aún sabiendo la
dificultad de la empresa consiguió poner nervioso al equipo gallego, novato por
aquél entonces en aquello de ganar campeonatos. Quizás en sus jugadores hizo
saltar el resorte necesario para darse cuenta de que lo podían conseguir. Hoy
24 de Marzo de 2016 no ha podido con el marcaje al que le tenía sometido un
cáncer de pulmón desde el pasado mes de Octubre. Hacía 11 días declaraba que le
iba ganando 2-0 y que lo podía llegar a vencer. Como en aquél mes de Febrero en
la sala de prensa de La Romareda era consciente de lo difícil que iba a ser
ganarle la partida a esa maldita enfermedad. Pero con ese 2-0 le avisaba que se
lo iba a poner complicado y que iba a por la victoria. Esta vez, y al contrario
que en el 94, no ha podido llevarse el Campeonato. Como en aquella final de
Munich en 1974 le han remontado el partido y le han arrebatado el trofeo más
preciado, el de su propia vida. Como en aquél entonces nadie se acordará del
vencedor. El legado del vencido también va a quedar para siempre en nuestra
memoria. Gracias Johan.
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