Roman Shirokov, talento a raudales bajo un carácter indomable |
A lo
largo de su historia el fútbol nos ha regalado a unos cuantos hombres cuya
historia de amor a un balón comparte secretos de alcoba con mujeres, alcohol y
juego. Garrincha en los 60, Best en los 70, Gascoigne en los 90…Sus actos,
manifestaciones y conductas daban para compartir portada con el affaire de la
tonadillera y el torero del momento o para abrir la página de sucesos de alguna
publicación de la época antes que para plasmarse en negro sobre blanco sobre
algún exitoso diario deportivo nacional. Futbolistas con mayúsculas que
guardaban con celo en el mejor de los frascos el elixir de su calidad para
confundirlo en una estantería repleta de trofeos y botellas de wishky añejo a
medio terminar. Bastaban dos gotas de aquella mágica fragancia para que el
domingo, en horario taurino, todo un estadio se tiñera de pañuelos y ovación.
Escondidos tras su aroma, los excesos de una noche loca. El control imposible
de un balón llovido, con las botas hechas manos. Un pase entre líneas mirando
al tendido para tirar de un golpe aquella muralla numantina. Un tacón para la
galería. Donde al común de los mortales apenas les alcanzaba con el duro
trabajo diario para arrebatar siquiera un tímido aplauso del respetable, el
gesto inmortalizado del genio con resaca se preparaba para ser portada al día
siguiente. Con los tres puntos y aquella falta a la escuadra poco importaba
aquella vida desordenada muchas veces conocida por aquellas palmas generosas. Pero
en ocasiones el botín no se traducía en 3 puntos, la barrera se interponía
entre el golpeo y la red o el milimétrico pase moría presa de un bosque de piernas
rivales. Entonces los pañuelos descansaban en los bolsillos y las plumas más
voraces se encargaban de recordar al exigente público que en la estantería de
una vida loca, junto a botellas de licor a medio terminar, descansaba
arrinconado y polvoriento la calidad de un perfume barato. Hipocresía de
nuestro fútbol…
Roman
Shirokov es uno de esos casos en Rusia de esa fatídica mezcla. Calidad a
raudales. Alcohol y desenfreno en su juventud. Incontinencia verbal y una
inusitada facilidad para meterse en líos en la actualidad. Nacido el 6 de julio de 1981 en Dedovsk al oeste de Moscú, es
fruto de la prolífica cantera del CSKA de Moscú. Con 20 años es cedido al
Torpedo ZIL para ganar experiencia y poder volver al CSKA como jugador del
primer equipo. Roman sólo disputara un partido. La visita de un amigo
convertirá esa oportunidad en casi dos meses en paradero desconocido. Las
botellas de vodka, las apuestas y el desenfreno sustituirán durante casi 60
días a las botas de fútbol, el trabajo y la posibilidad de pulir con minutos
una de las joyas de la corona del CSKA. Como castigo fue enviado al ejército, a
la base de Vatutinki. Allí no le esperaba ningún equipo. Ni la posibilidad de
poder demostrar su clase. Allí le aguardaban 2 botes de pintura roja y blanca
con la que pintar vallas, una pala para cavar trincheras y una escalera para
instalar cables de alta tensión. Los fríos barracones de la base lo verán levantarse a
las 6 todas las mañanas. Ni rastro del fútbol de un cierto nivel. Era final de
2002, terminaba su castigo pero el CSKA Moscú no quiso saber nada más de él.
Roman Shirokov empezó a tomar conciencia de que el alcohol empezaba a ser más
que un problema. El modesto Istra le dio una oportunidad, pero el vodka,
fatídico compañero de viaje de mucha de la juventud rusa volvió a acompañarle
en aquella aventura. A los 21 años lo dio todo por perdido. Sólo la aparición
en 2004 de Katya y Vyacheslav Komarov relanzarán su carrera. La primera, su
futura esposa. El segundo el que fuera su primer entrenador y que en el Vydnoe
de Tercera División le dio una última oportunidad.
A partir de
allí todo irá a mejor. Fue perdiendo su adicción y Saturn, Rubin Kazan y Khimki
verán la recuperación de Shirokov que lo llevará en 2008 al Zenit y a la
selección rusa. Siempre actuando de volante defensivo serán los holandeses Dick
Advocaat en el Zenit y Guus Hiddink en la selección rusa respectivamente los
que retrasen su posición hasta el centro de la defensa. Una mala actuación en
el primer encuentro de la Euro´08 en el que Rusia cae derrotada 4-1 frente a España le hacen perder su sitio
tanto en el Zenit como en el combinado ruso. Esta serie de cambios y su difícil
relación con sus entrenadores en estos años (Advocaat, Spalletti y Hiddink) hacen
bajar el rendimiento de Shirokov. Será ya en 2010 con una posición más cercana
al área cuando explote en club y selección como excelente llegador y sea
elegido durante dos años Mejor Jugador de la Liga Rusa. Pero si su calidad fue
puesta en peligro por el alcohol al comienzo de su carrera, su gusto por las
redes sociales y por no morderse la lengua ante lo que no está de acuerdo o no
considera justo ha marcado su actualidad. Los últimos capítulos, una expulsión
en Mayo de 2013 por hacer un corte de mangas a su propia afición tras un gol
suyo o la sanción por 6 meses en Noviembre del mismo año por llamar payaso al árbitro Sergei Karasyov tras el encuentro entre el Zenit y el Amka y el postrero
empate a uno de estos últimos. Esto, unido a su mala relación con Spalletti han
provocado su cesión al FC Krasnodar equipo ruso de mitad de tabla de la Premier
Rusa. A sus 32 años, Shirokov encara la última etapa de una peculiar carrera en
la que durante dos meses nadie supo de él, que le llevó a debutar en Primera a
los 26 y en la que su entonces novia y un antiguo entrenador rescataron de las
garras del alcohol cuando todo parecía perdido. A miles de kilómetros de la
extensa Rusia, aunque sea desde el modesto Krasnodar, a los amantes de su
fútbol no nos importa ver sus controvertidas opiniones por Tweeter. Sólo
deseamos que cada cierto tiempo se aplique 2 gotas de esa fragancia que sólo
gastan los genios y que ahora duerme sola en su estantería junto a la foto de
su mujer y sus dos hijos. Las botellas de vodka a medio terminar las acabó tirando
Katya...
No hay comentarios:
Publicar un comentario