Andrés Escobar, víctima de la sinrazón del fútbol |
Andrés Escobar llegaba en su mejor momento a aquél Mundial. En lo deportivo sólo una firma le separaba del A.C. Milán. El “Caballero del fútbol” y su eterna sonrisa estaba recibiendo los premios a una carrera recta y profesional como pocas. En lo personal estaba a punto de casarse con su novia de 5 años y llevaba en mente la posibilidad de montar una escuela de fútbol junto a su hermano Santiago y su amigo de confianza Juan Jairo Galeano. Ese 22 de Junio de 1994, Andrés sabe que es todo o nada. Su derrota en la primera jornada por 3 a 1 ante la Rumanía de Hagi y Raducioiu les ha puesto contra las cuerdas. El ambiente previo al partido no favorece. Al seleccionador Pacho Maturana le hacen llegar una nota amenazadora para que no juegue de inicio “Barrabás” Gómez y lo haga Anthony de Ávila. Maturana quiere dimitir pero varios dirigentes le convencen para que no lo haga. El Rose Bowl a reventar y delante los entusiastas americanos. El soccer no es su fuerte pero ese es su Mundial. En el minuto 35, el americano John Harkes se interna por la izquierda. El centro que puso con su zurda era para Wynalda pero Andrés Escobar se lanza con todo para intentar interceptar el balón. La suerte le es esquiva y lo introduce en su propia portería. El balón besando las propias mallas y la imagen de Escobar tumbado sobre el césped del Rose Bowl. El partido finaliza 2 a 1 para los norteamericanos y Colombia debe dejar el Campeonato. Duro revés para una selección que con sus éxitos tapaba las miserias de un país comido por la las mafias, las apuestas y la droga.
“Gracias por tu autogol”. Esas envenenadas palabras viajaron veloces por los oídos de Andrés y cuando su cerebro comenzó a descifrar su significado, seis cobardes balas volaban ya con la misma rapidez para alojarse en su espalda y dejarlo tendido sobre el asfalto. La misma figura desparramada que diez días antes sobre el césped del Rose Bowl de Pasadena, maldecía aquél balón desviado y confundido de portería. Aquél 2 de Julio en Medellín, entre conversación y cerveza Andrés intentaba olvidar lo sucedido y dejar atrás aquél duro estrés competitivo. Juan Santiago y Pedro David Gallón decidieron insultarle y recordarle aquél error fatal. Su escolta Humberto Muñoz Castro transformó los insultos en balas. Mafias, apuestas, sicarios, drogas. O simplemente sinrazón, violencia o desprecio a la vida. La sonrisa generosa del “Caballero del fútbol” se apagaba para siempre. Al escribir aquél artículo Andrés Escobar no sabía que su vida iba a acabar un poco más allá de un Mundial. Ahora desde allá arriba, disfruta de una Colombia que ha puesto la directa para estar en Brasil 2014. Sonríe, como lo hizo siempre. Los Falcao y compañía le dan motivos para ello. Sólo les desea un poco más de suerte de la que tuvo él, y si ésta es esquiva que sigan empujando hacia adelante. Que la vida no termina allí…
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