Abdón Porte o lo que es lo mismo, dar la vida por unos colores |
Aquél 4
de Marzo de 1918 Abdón Porte se bajó de aquél tranvía que le dejó a las puertas
del Parque Central. Había abandonado prematuramente la sede del club durante la
habitual celebración de la victoria, aquella tarde por tres a uno ante Charley.
Pasaban varios minutos de la una de la madrugada. Atravesó la puerta principal
y caminó despacio hacia el centro del campo. A cada paso el recuerdo de una
acción por su Nacional. Un corte abajo al delantero que ya se iba. Un despeje
de cabeza entre tres rivales subiendo hasta las estrellas que esa noche le
miraban preocupadas. Una gota de sudor cuando dentro ya no quedaba nada. Abdón
Porte amaba a aquél club y su figura se engrandecía en cada partido. Desde la
posición del aguerrido 5 uruguayo había hecho de su forma de vida defender la
camiseta de Nacional. Y el público entendió aquello como algo excepcional y
durante aquél tiempo lo aclamó como a un héroe. Hasta que un día el corte abajo
llegaba cuando el delantero ya había pasado y aquellas estrellas que esa noche
le miraban con desazón desaparecían sobre la cabeza del imponente salto ganador
de cualquier rival. Entonces la grada, que esa noche le daba el frío aliento del silencio, cambió
los aplausos por las quejas que llevaron a la Comisión Directiva a prescindir
de la capitanía y la titularidad de Porte en favor de Alberto Zibechi. Abdón entendió
que ya no podía ayudar más a su Nacional y eso le destruyó por dentro. Aquella
noche estrellada se detuvo en el centro del terreno que durante siete años custodió
para el tricolor. Y allí donde su vida cobraba sentido cuando vestía los
colores de Nacional se pegó un disparo en el corazón para cobrar con su alma el
dolor sentido de una vida sin esos colores.
La
historia de Abdón Porte, mezcla de la locura más irracional y el romanticismo
más puro, es el espejo en el que el orgulloso hincha de Nacional quiere verse
reflejado. Porque el hincha de Nacional sabe de dónde viene y adónde va. Se
sabe de un país pequeño en lo geográfico pero grande en su espíritu, siempre a
la sombra de los poderosos de aquél continente. Son conscientes del rumbo que
ha tomado el fútbol actual, esclavo del poder de las grandes potencias y la
dificultad que encuentra una institución como la suya para codearse en una
sociedad cada vez más globalizada. Entienden que jamás pueden perder ni sus
raíces ni las señas de identidad que un día les hicieron grandes. Sin eso están
perdidos. Y por eso el hincha del tricolor las exhibe orgulloso al mundo cada
vez que puede. Nos dirá que en la selección que consiguió su primera victoria el
13 de Septiembre de 1903 ante Argentina, sólo se vistieron jugadores de
Nacional. Que varios clubs se negaron a ceder a sus jugadores al combinado
charrúa y tuvieron que ser los jugadores del tricolor los que representaran a
Uruguay en aquél 3-2 para la historia. Que los primeros jugadores gringos en
participar en aquél fútbol uruguayo tan británico entonces, uno de ellos Abdón
Porte, jugaran con la camiseta de Nacional. Nos contarán que en 1813 en lo que
se conocía como la Quinta de la Paraguaya, en la actualidad el Gran Parque
Central, el Jefe de los orientales José Gervasio Artigas comenzó a construir
los cimientos del actual país y su bandera dará sus colores a Nacional y que
desde ese círculo central donde Abdón Porte sintió que fútbol y vida se le
escapaban para siempre, el balón de la historia mundialista rodará por primera
vez. Y hasta gritarán orgullosos que la bandera más grande jamás tejida será la
suya para arropar hasta 3 tribunas del Gran Parque Central.
Es día
de partido y la tribuna Abdón Porte se llena de vida tras una de las porterías.
Con la ayuda de pequeñas aportaciones y mucha fuerza de voluntad, un grupo de
aficionados han construido una gran bandera que han situado de forma
perfectamente visible en ese fondo que ellos habitan. Lleva los colores de
Nacional. A un lado la imagen de Abdón Porte, y sobre el blanco central se
puede leer en rojo: “Por la sangre de Abdón”. Salta el equipo al césped. El
Parque Central se viene abajo para apoyar a sus jugadores. Hay que alentarlos
hasta el final. Y si las fuerzas flaquean allí está la imagen de Abdón para
recordarles que él fue capaz de dar la vida por el escudo de ese equipo. Ese que
sobre dos bandas azules y sobre fondo blanco lleva las iniciales de un club
orgulloso de sus raíces y su historia. Las iniciales en rojo del Club Nacional
de Fútbol. El orgulloso hincha de Nacional no tiene ninguna duda. Ese rojo es
el de la sangre del corazón gigante de Abdón.
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